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Hakkai solía relucir su lado impaciente cuando se trataba de Souya y su enorme timidez.

Llegó a pensar en su versión del pasado que siempre evadía la cercanía femenina, a excepción de su hermana mayor, Yuzuha. En su compañero de cuarto reconocía su pisoteada personalidad, el como llegaba a ser innecesario y hasta molestas las excusas que se inventaba para no socializar con el género opuesto.

—¿Yo de verdad actuaba así?— murmuró, rascándose el cuello, con algo de vergüenza ajena por sí mismo y su indiferencia del ayer, no explícitamente hacia Souya— Bebé, ¿Qué tanto haces?— se asomó a la habitación, reposando en el marco de la puerta.

Angry lo miró estupefacto, como si otra alma en pena le hubiera tocado el hombro. Tuvo que procesar el cotidiano apodo y ajustarlo a su atmósfera. Se preguntó si era prudente permitir la misma comunicación ahora que estaba la señorita Shiba en su departamento, puesto que el trato dulce de Hakkai podría mal interpretarse.

¿Qué diría la hermana de su compañero si los escuchaba?
¡¿Qué pensaría de ambos?!

—Cállate, tu hermana te va a escuchar — dijo irritado, ansioso.— No me llames así, pensará que somos algo...— volvió a girar el rostro. Hakkai lo había sonrojado.

—Qué podría pensar...

En la soledad del hogar los apodos no le generaban conflicto, porque estaban encerrados en la confianza y en el permiso nunca otorgado de ser mimados con palabras. Souya había aceptado meses atrás que Hakkai seguiría expresándose de esa forma y que cómo tal, no tenía derecho a cambiarlo, pues así era él.

Por el aprecio que le tenía, lo respetaba, aunque no por eso se prohibía dar reclamos.

—Somos amigos, mi amor — reposó el hombro contra la pared, viendo de arriba a abajo a Souya. Sonreía con picardía. —Estás tardando demasiado — suspiró luego de explicar el motivo por el que estaba cansado.

—Estoy buscando ropa — respondió. Lo que hacía era una tontería para no tener que encontrarse pronto con la visita.

—¿Pero por qué tardas tanto? tú nunca tardas escogiendo ropa.

—Es que afuera está tu hermana, no puedo presentarme mal — ni siquiera se había secado por completo después de darse un buen baño.

Souya olía mucho a jabón y shampoo.

—Que lindo, te estás esforzando en verte bien para conocerla, pero tú ya te ves bien siempre, Sou—  dijo. A él le gustaba recordarle la realidad a su amigo, en sus ojos era un joven lindo.

—Mentira— Souya en cambio, negaba los halagos.

Alguien desaliñado y "enojón" no podía verse bien. No le gustaba que todo el tiempo Hakkai estuviera diciendo cosas que ante su percepción eran incoherentes y mentiras piadosas para elevarle su ego.
Incluso se sentía insultado cuando le decía que era bonito, ¿Con qué fin le decía semejante barbaridad?

—Bueno voy con mi hermana, no te tardes. La comida se está enfriando— cerró la puerta luego de salir.

Yuzuha había emplatado el almuerzo con demasiado ahínco, quería dar una buena presentación en su platillo. Había tomado cursos de cocina porque al venir de una familia adinerada, no era necesario acercarse a la cocina para prepararse algo, un empleado lo hacía por ella.
Pero Yuzuha ya estaba harta de ser mantenida, le desagradaba su incompetente habilidad en la cocina, por lo tanto se empeñó meses atrás en ser una buena aprendiz de cocina.

Por otra parte, estaba Hakkai, quién también quiso deslindarse de ser la responsabilidad de alguien más, quién deseó prepararse su propia comida, algo que muchos sabían hacer menos él por su situación personal. Hasta la fecha, su convicción iba mal, porque nunca necesitó improvisar para él, porque acabó comprando comida ya hecha hasta que un día llegó su salvador, su cocinero favorito: Souya.

Viviendo juntos|| Hakkai × AngryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora