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Manos quietas

Souya bostezaba en dirección a la cocina, en busca de un vaso con agua. Tenía las peores sensaciones por tener la garganta seca, ácida. Por miedo a tropezar, fue tanteando el aire, recordando donde estaban los muebles hasta pasar del sofá de dos plazas. A unos pasos llegó a la cocina para encender las luces.

El sonido del agua chocando con el vaso lo hizo desconcentrarse de todo, solo veía el agua, todavía con los ojos casi pegados por las lagañas y el sueño.
Se dio la vuelta para ver el lado de la sala y la televisión, por supuesto que no esperó ver un cuerpo largo, con una colcha por encima. Souya terminó bebiendo todo de golpe, el trago se escurrió en las comisuras de su boca, sintió ahogarse; tosió con ganas, y miró con escalofríos a la persona tendida.

—Apaga la luz...—murmuró Hakkai, dándose la vuelta en el incómodo sillón. Era alto, sus piernas salían.

—Dios mío...Hakkai— apenas supo tranquilizarse, bebiendo más, no había planeado llevarse un susto así en la madrugada.—¿Por qué duermes en el sofá...?

Hakkai no podía conciliar el sueño con luces encendidas, necesitaba plena oscuridad, era tan sensible a las luces que despertaba si las prendían. Llegó a taparse más, cubriendo su cabeza para retomar su descanso.

—Oye...¿No estás muy incómodo así?— el muchacho se rellenó el vaso para llevarlo a su habitación, yendo hasta Hakkai para tocarle los pies.—¿No era mejor dormir en el suelo?— se preguntó, había más espacio, y si tomaba en cuenta que Hakkai dormía en un tatami, no era mucha la diferencia.

Quería saber porqué no estaba en su habitación, sacó una lógica conclusión: Yuzuha se había quedado con toda el área. Ciertamente, era prudente darle privacidad, el departamento contaba con solo dos habitaciones, era pequeño pero acogedor, en caso de visitas tendría que sacrificar su cama.

Por otro lado, no veía complicaciones en compartir la recámara si eran hermanos. Souya con su gemelo siempre compartió todo y nunca le fue un problema hacerlo. Pensó que para Hakkai y Yuzuha era distinto, por sus géneros, incluso por el respeto que se guardaban.

Claro que no tenía conocimiento de que se pelearon por cuestiones familiares y decidieron no dormir juntos, en la misma noche que se reencontraban.

—Hakkai...— le rascó los pies desnudos, haciendo que recogiera las piernas e intentara hacerse bolita, cosa que casi lo hace caer porque no podía doblarse mucho en el sofá.— Hakkai, no te duermas aquí, si quieres acuéstate en el piso— le susurró. Sentía pena por él.

—No, estoy bien—volvió a cubrirse hasta la nariz.—Buenas noches Sou — estaba intentando dormir de nuevo.

Souya miró el pasillo, a su puerta abierta, analizando lo más fácil: su amigo era terco, si no estaba en el suelo era por algo. Volvió a sacudirlo de los pies, suavemente, esperando a que le diera más atención.

—Oye, aquí hace mucho frío, ¿Por qué no duermes en tu habitación?— quiso indagar antes de ofrecerle compartir su cama.—¿No puedes dormir con Yuzu-san?

—No es eso, le dejé mi habitación porque es mujer— respondió, dándose la vuelta.—¿Puedes apagar la luz? por favor...la dejaste encendida.

—Ah, sí — colocó su vaso en la mesa del centro para ir hasta la cocina, regresando a pasos cortos para terminar con su idea— ¿Te gustaría dormir en mi cama? Tengo más espacio ahí, así ya no te duermes torcido, lo digo porque después puede dol...

Viviendo juntos|| Hakkai × AngryWhere stories live. Discover now