09

47 2 1
                                    

En la habitación, solo el ruido del ventilador servía como un acompañante  fiel en contra de la oscuridad. La luz filtrada debajo de la puerta, que provenía del pasillo, era otro protector para Souya.

Toda su vida había descansado con algo de luz. De por sí le era difícil descansar debidamente por su insomnio, lo era aún más estando a oscuras. Un miedo irracional y cuadro de ansiedad lo mantenía en vela toda la noche, y para su infortunio, la luz de afuera se apagó.
Rápido tomó el celular, subiéndole a su nulo brillo inicial (no le gustaba darse descargas luminosas al desbloquearlo cada vez), con ello pudo mantener sus pensamientos a raya.

—Pondré algún vídeo...— buscó un largo audio de lluvia con imagen de paisajes de fondo, lo puso sobre su pecho. Poco a poco cerraba los ojos.

Una grotesca cara, de ojos venosos y sangrientos  en sintonía con una boca cortada; característica fenomenales, capaces de alterar a cualquier ser inocente. La mente del desvelado lo obligó a recoger las piernas, por la ruda sensación de creer que alguien le había hecho cosquillas. Souya estaba asustado, el rostro de sus pesadillas robó su cansancio, momentáneamente.

Fue en eso que el ventilador dejó de girar, y a los minutos su vídeo comenzó a cargar y cargar, la señal se había ido junto con la luz. Todos los peluches estaban en un apagón de madrugada.

—Maldita sea— encendió su linterna, iluminando su habitación en dirección al clóset. —Ahora cómo dormiré si hace mucho calor.

Aceptó su destino, el de no dormir el tiempo que necesitaba, y pronto darse un baño para repetir la rutina de siempre: trabajar y estudiar.
Volvió a dejar su celular en la pantalla principal, sin muchaa ganas de seguir de ocioso, dado que no tenía datos para navegar o mandarle algún texto a su hermano.
Últimamente lo extrañaba demasiado, y vaya que hablaba con él todos los días, pero no era lo mismo.
Un mensaje no tendría el mismo fervor que estar juntos en la sala de estar, como el año pasado.

Tan solo cubrió sus pies para que nada los tocara, se armó con sus peluches, abrazando al más grande, con el que siempre compartía la cama. Halló la pose perfecta, cómoda y anhelada, hasta que sus necesidades biológicas arruinaron su tiempo de paz. Al principio se aguantó, la luz seguía sin volver y temía con tropezarse en el camino, además tenía que cuidar la batería de su celular hasta que saliera el Sol.

Estuvo ahí, unos minutos, aguantando. Sintió cosquillas en la vejiga, pulsaciones, toda el agua bebida estaba lista para desbordarse. No le quedó de otra más que ir al baño.
Souya creía que al poner el pie sobre el suelo, una mano peluda lo iba a tocar, así que se preparó para dar un salto lejos y silencioso, hasta caer de puntitas en su alfombra, guiándose con la linterna.

Abrió despacio su puerta, llevando la luz a los dos extremos del pasillo, corroborando que todo estaba en orden. Tomó la manija de la puerta, empujando de ella, sin saber que adentro estaba alguien a oscuras.

Un grito apurado escapó de ambos, frente a Souya estaba Hakkai, al descubierto de su parte inferior.

—¡Angry!

Él se quedó quieto, abrumado, sin saber el por qué llevó la luz hasta la cadera de Hakkai. Se acababa de traumar, una vez más en la misma noche.
Su compañero le dio la espalda, subiéndose la ropa interior, escuchando detrás la puerta.

—L-lo siento...—Souya todavía procesaba lo que acababa de ver, hacer.

Tuvo un espasmo que le erizó toda la piel y corrigió la postura de su espalda. ¿Acaso él, enfocó "esa parte" de su amigo?

¿Por qué?

Le echó la culpa a sus nervios, a su curiosidad nunca educada, a todo lo raro que había en su ser. Ni siquiera escuchó que estuviera dentro del baño, no se detuvo a pensar que compartía el apartamento.

Viviendo juntos|| Hakkai × AngryWo Geschichten leben. Entdecke jetzt