8. Viaje al otro barrio.

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Tenía ganas de llegar desde que entré en ese avión, pero ahora tenía ansias. Todo se estaba complicando, ya que al quedarme dormida, como es obvio, no pude darme cuenta en que momento fue que Mat salió del cuerpo de la señora del asiento de al lado.

Desperté con manotazos en los brazos, una mujer histérica y con Mathew riéndose gracias al show que habíamos montado sin querer.

-Que me quites a esta mocosa de encima.- le chillaba la mujer a la azafata.

La chiquilla, no mucho mas mayor que yo, me daba golpecitos en el brazo alternados con zarandeos, intentando así despertarme de mi letargo profundo.

Comprendiendo la situación, me encontraba con un espíritu burlón, una azafata angustiada, una señora de los nervios y yo, despertando en una vorágine de confusión, angustia y somnolencia.

-Disculpe, me debí quedar dormida y como compartí mi manta con usted, talvez me acurruqué por frío.- me disculpo con la mujer deshaciendo el enlace que había hecho con mis brazos en el suyo mientras dormía. Claro, suelo dormir abrazando la almohada, al parecer pensé que sería algo parecido y mullidito.

Ella, al darse cuenta de que tenía mi manta sobre sus piernas, relajó inmediatamente las facciones de la cara sin comprender.

-Gracias por esto.- coge la manta con delicadeza y se la aparta del cuerpo poco a poco. -Ya está, no te preocupes por nada, ya arreglamos nosotras nuestras diferencias.- se dirige ahora a la azafata con una sonrisa ladeada de superioridad.

La muchacha, asiente, me mira preocupada y se va por el pasillo a toda prisa. Antes de entrar en su cabina, mira con pena hacia donde estaba yo sentada.

¿Que habrá pasado mientras estaba durmiendo?.

-Niña tu me has cogido la tarjeta y te has gastado 120$ en comida, ¿No es cierto?.- me mira penetrante con sus ojos negros juzgadores.

-No.- contesto seca sin darle importancia acurrucándome hacia el otro lado de mi asiento.

-¿Y quién ha sido si no, mocosa?.- me agarra del brazo apretándolo con fuerza. Sus dedos estaban amarillos por la presión aplicada en el agarre y sentía los latidos de mi corazón en la palma de la mano.

La vista empezó a hacer de las suyas. Comenzó a oscurecerse todo a mi alrededor, haciendo ver pequeñas lucecitas chispeantes allí donde miraba. Da igual si tenía mis ojos abiertos, o si los mantenía cerrados. Esas graciosas luciérnagas inanimadas hacían que mi cabeza diera vueltas sin comprender nada. Hasta que la oscuridad se apoderó de todo, de mis pensamientos, de mi visión, de mis oídos. Dejé de escuchar, de oler y de ver.

"La negrura del lugar hacía que mi mente divagara por los rincones más raros de mi cabeza, preguntándome que estaba pasando. En mis pensamientos yo aún seguía en el avión, al lado de la señora refunfuñona con olor fuerte al Nenuco rancio y de ropas caras y rosas al completo.

De la nada, mis sentidos vuelven a estar en funcionamiento y poco a poco puedo ir viendo una tenue claridad, pero no estoy en el avión al lado de mi nueva mejor amiga, nótese la ironía.

Me encuentro caminando por pasadizos oscuros, húmedos y calurosos. Llenos de arena y de un raro aroma que se entrelazan de flores de lavanda, junto calcetines sudados de una semana entera.

Toco las paredes y están secas pero calientes, como si estuviese dentro de una hoguera. Como si yo fuese un pequeño pollito dentro de un enorme y calente horno.

Sigo mi camino inconsciente por el pasillo, hasta que llego a un amplio comedor. Sigue siendo caliente y agobiante, pero lo único en lo que se le diferencia del anterior escenario, es el techo alto, las librerías repletas de libros, una silla enorme con una serpiente de color dorado en su cabezal en lo alto de unas escaleras en la parte derecha de la salida del pasillo. La mesa del centro también color dorado y el suelo y las paredes arenosas de piedra, combinan a la perfección.

 VIDA NOCTURNA.Where stories live. Discover now