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— Roier, ¿Quieres un chocolate? — ofreció Cellbit en voz baja, estaban en el supermercado, y la góndola de las golosinas había llamado su atención— ¿Las alucinaciones comen chocolate?

Él no era de cosas dulces, le gustaban más las cosas saladas, pero el esponjoso castaño a su costado era diferente a su lado parecía que era lo opuesto a él, por eso le había preguntado.

— Mmm.... Quizás alguno dulce, dulce como los labios que anhela, de alguien que espera.

— Bueno, te llevo el de frutilla.

Roier sonrió ampliamente, sus ojos se iluminaron y sus mejillas se colorearon de rosa, casi tan rosa como un algodón de azúcar.

Cellbit llegó a la caja registradora, metió todo en su tote bag sin ningún cuidado, salvó por ese chocolate que dejó para el final, para que no sea aplastado por los cinco paquetes de sopa instantáneo ni por la coca cola de dos litros.

— Son lindas las tardes de sol— dijo Roier, eran casi las seis de la tarde y el sol empezaba a bajar, siendo más cálido y dorado —, la luz se siente como un abrazo al corazón.

— Lo que tú digas, Roier, no me gusta mucho el sol— dijo Cellbit, pasaron junto a un banco libre, una mitad estaba a la sombra de un árbol, la otra estaba frente a la luz del sol, sin pensarlo dos veces, fue hacia allá y se sentó, soltó un suspiro pesado cuando pudo dejar la bolsa de las compras en el suelo y relajar sus brazos un momento.

— ¿La palidez de tu piel, será igual a la friadez de tu ser?

— No creo que "friadez" sea una palabra— replicó Celbit.

— Buscas escusas gramaticales, para evitar tus verdades existenciales.

— No te daré tu chocolate— Cellbit negó.

Roier rio por lo testarudo que estaba siendo Cellbit, el mayor no quería verlo porque se veía muy bonito y muy real a la luz del atardecer, demasiado, al punto en que casi se lo creía.

Para intentar creer que aquel joven hermoso a su lado no era real, aventuró con su mano a tomar la del castaño, se sorprendió cuando sonrió aquel cosquilleo en la punta de sus dedos.

Roier bajó la vista hacia la mano de Cellbit, abrió sus dedos para engancharlos en los del cenizo, atrapándolos en su manito, mucho más pequeña en comparación con la del mayor.

— Si hubiera una forma de abrazar en diminutivo sería tomarse de las manos, así que permítame abrazarte hasta que tus dolores estén sanos.

Cellbit soltó una pequeña risa-suspiro.

— Esa fue una buena rima, Roier, podría usarla en algún poema— Roier solo asintió, con una sonrisa tranquila, mientras miraba sus manos unidas con una sonrisa en su rostro —. ¿Estás aquí para que pueda volver a escribir poemas o por algo más?

— Las respuestas están en tu corazón-

— Roier, no me contestes con una rima.

— Temo decirte sin miedo, que no puedo.

Cellbit suspiró, llevaban semanas juntos, más de un mes, las rimas de Roier era algo que lo tenia más o menos acostumbrado pero cada tanto tenía esos pensamientos de que si se podía callar de una vez, porque tantas rimas lo volvían loco.

Él no era una persona que hablara mucho, y menos con otras personas, pero apreciaba que Roier estuviera a su lado para darle charla, solo le gustaría que no hablara todo el día en versos y que pudieran tener una conversación normal.

Quizás así se sentiría más normal.

Por más que estuviera hablando con alguien que no existía.

Rhyming Heart |GuapoDuo|Where stories live. Discover now