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¿Qué es el amor? ¿Existimos por causa del amor? ¿O el amor es solo otra causa más de la existencia? — se preguntó el cenizo.

Cellbit miro a Roier, el castaño estaba junto a él, junto a su taza de café caliente que reposaba en aquella mesa para cama que había comprado especialmente para compartir el desayuno juntos, acurrucado contra su cuerpo, protegidos del mundo en aquellas sábanas que los arropaban.

— ¿Se puede crear al amor o solo lo encontramos?

Desde aquel primer beso Roier no se había separado de su lado, el menor parecía una garrapata con el, estaba todo el día abrazándolo, estaba todo el día risueño, todo el día sonriendo... Llevaban así ya poco más de dos semanas, con besos suaves y abrazos todas las noches.

— ¿O es el amor el que nos encuentra a nosotros?

Cellbit miraba bobamente la hoja, con aquella sonrisa en sus labios, ese calor en sus mejillas, las manos de Roier se escondían en la parte interna de su brazo, abrazándolo.

— Si el amor me crea, yo soy amor y creador a la vez, amor es aquel que la vida acarrea, el que me trasporta a la niñez, amor que me renace, con el que mi ser nace... Me hace ser un bebé que un "Te amo", balbucea.

Cellbit sonrió ampliamente, sus encías se mostraron, Roier las miro con cariño, sus mejillas estaban muy rojas y las sentía apretadas por la sonrisa.

— Eso es muy bueno, guapito— dijo Cellbit, anotando rápidamente lo que el castaño había dicho—. Continua por favor.

— Cellbit, te amo— dijo Roier, el cenizo lo miró, alzando las cejas con sorpresa —. Espero que no lo diga en vano... — añadió el menor, la tristeza en su tono era evidente, Cellbit sintió que su corazón se apretaba.

— Roier...

— ¿Es muy pronto, no? — Roier se apartó de él, soltando el abrazo y Cellbit sintió frío —. Lo siento, no lo razono.

— No, no, Roier— Cellbit tomó su mano, deteniendo los movimientos del menor para alejarse, lo miro con algo roto en sus ojos —. Lo siento, Roier, pero yo no sé qué es amor, así que no puedo corresponderte.... No por ahora.

>> Eres mucho para mí, no lo malentiendas por favor, eres más de lo que nadie ha sido nunca, no creo estar a tiempo para decirlo todavía... Pero quiero que lo sepas, eres lo que más quiero en este momento.

La decepción en el rostro del castaño era evidente, Roier solo asintió, permaneció en silencio.

Intentando hacer bien, Cellbit solo la empeoró, así que se volvió a acercar al menor, tomando su rostro, y juntando sus labios, intentando convérselo, de que en verdad lo amaba, incluso si no sabía qué era el amor.

Sintió las lágrimas en las mejillas del menor, se apartó del beso, Cellbit nunca había visto a Roier llorar, nunca en todos esos meses, Roier era sonrisas y amor con mejillas ruborizadas... Él era la cálida luz del sol de las mañanas, el chocolate antes de irse a dormir, el volumen fuerte de la radio y la música alegre, Roier no era lágrimas.

Cellbit limpió las lágrimas del menor con sus manos, pero estás solo seguían y seguían apareciendo, el castaño tembló entre sus brazos hasta deshacerse en un abrazo, y Cellbit se quedó allí, preguntándose qué era lo que estaba pasando.

— Roier...

— Aunque yo no... Aunque yo no sea lo que tú corazón quiera... Creí que lo era— balbuceó entre llanto.

— Roier, no es tu culpa, no eres tú soy yo, en serio-

— He intentando ser fuerte, pero yo sé que... Nunca seré suficiente...

— Eres muchísimo, Roier, eres excelente, eres maravilloso... Eres el chico más guapo del mundo, Roier, por favor, deja de llorar... — Cellbit estaba convencido de que Roier seguía siendo una creación de su mente, pero quizás una creación que había ido muy lejos, porque por más que todos sus deseos eran de que el castaño dejara de llorar, este no paraba.

Quizás era una creación que había ido muy lejos, Cellbit ya tenía vida propia, y sus propios sentimientos, y su propia conciencia, era mucho más complejo que aquel joven que había aparecido por primera vez en su casa en una noche solitaria como tantas otras.

— Espero que algún día puedas amarme... Antes de que deba alejarme.

Compartiendo cama, cuarto, cuerpo y besos, como sólo los dos jóvenes más enamorados del mundo eran felices, el cuaderno de poemas de Cellbit finalmente se llenaba de estrofas y rimas, más que antes, por fin podía escribir sobre aquel sentimiento tan misterioso para la humanidad: el amor, y vivirlo en carne propia.

Estaba preparando un libro, solo de él, era un gran paso, algunos eran poemas, otros eran versos al azar, otros pequeños relatos que le gustaban, todo basado en el pequeño ser rosado que vivía con él, aquel joven maravilloso.

— Roier, ¿Eres real?

— Soy tan real como lo puede ser un fantasma, una ilusión de un alma.

— No, en serio, llevas dos meses aquí... Y solo creo cada día que eres más real que el día anterior— dijo Cellbit—. Digo, si no rimaras a cada cosa que dices creería que eres una persona normal.

Roier se encogió de hombros.

— Quizás en algún lugar yo seré real, pero no lo sé, mi conciencia es muy banal.

— Entonces, dices que en algún lugar... ¿Existes?

Roier se encogió de hombros y ladeó su cabeza de un lado a otro, sin responder.

— Bueno, genial, estuve besando a mi imaginación pero al menos besa bien y puede que existas, suena bien para mí.

Roier soltó una carcajada, su risa era muy bonita, el cenizo también la amaba, era jovial e inocente, sonaba como música, comí campanas, sonaba a amor, a una canción que escuchas a lo lejos y quieres recordarla para buscarla después y volver a escucharla porque te ha gustado, la risa de Roier sonaba a todo eso.

— Tu risa es muy linda. 

— Tus labios son lindos, podría besarlos por siglos.

— Bueno, ¿Quieres empezar? 

Cellbit se estaba convenciendo de que Roier era real, ya se había acostumbrado a sus rimas, aquella cualidad tan peculiar, ya no lo veía como algo tan distinto, casi no se daba cuenta que Roier seguía rimando a cada oración, lo tenía muy naturalizado dentro suyo. 

Sus rimas le daban latidos a su corazón.

Rhyming Heart |GuapoDuo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora