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— ¡Roier! — entró de golpe a su hogar, el picaporte de la puerta golpeó la pared sonoramente, la sala y cocina lo recibieron, estaban vacías— ¡Roier! — repitió el nombre de su amado, yendo hacia el dormitorio, la cama estaba destendida, como era costumbre, luego de dormir juntos no solían tender la cama hasta que se hiciera de noche y tengan que volver a arroparse en sus brazos— ¡Roier! —Fue hacia el baño, su última oportunidad, al abrir la puerta, este estaba vacío— Roier... No, no, no, no...

Negó, su corazón corría a mil veces la hora, sus manos sudaban, todo su cuerpo temblaba.

Roier no era real, nadie debía verlo, nadie excepto él, porque él lo había creado, Roier era suyo, desde el principio de todo, desde hacía meses atrás, Roier había estado con él, todo el tiempo.

Le había escrito un libro, le había escrito poemas, lo había besado y abrazado, le había hecho el amor, habían dormido juntos todas esas noches, lo había enamorado y lo había echo feliz.

Si no era real y solo era producto de su mente no podría irse tan fácil, no podría desaparecer así como así.

Le había hecho descubrir el amor, y nunca supo en qué punto Roier se había vuelto real, y era él la creación de su amor.

Roier le había dado vida a Cellbit, le había mostrado un mundo nuevo, lo había enamorado, lo había cambiado, su corazón había vuelto a latir con él, le había hecho compañía aún a pesar de que Cellbit lo había oculto, encerrado en su casa, abandonado en su soledad... Nunca se había preocupado por el como lo hacía sentir, aún sabiendo que eso lo ponía triste.

Y nunca le había dicho "te amo". 

— Roier... ¿Dónde estás? 

Lo busco abajo de la mesa, de la cama, dentro de la heladera, de las gavetas de la cocina, del cajón de los cubiertos, detrás de la cortina del baño, en su armario... 

— Roier, vamos... Sal. 

Roier no estaba en ningún lado, porque Roier no era real.

¿Lo había inventado realmente? 

— ¿"Ya llegué amor, no llores más corazón"? — aventuró, a ver si con una rima podía volver, como si con una rima pudiera invocarlo, se sintió un idiota al instante. 

Por un momento creía que no, que los abrazos, los besos, los mimos en la cama... Su tacto no podía mentirle, por más que su mente sí. 

— Roier, esto no es gracioso... 

Por favor, sal. Cellbit rogó para que aparezca, rogó para que aquel chico de sus rimas volviera.

— Vamos tengo algo importante que decirte, Roier, ¿Era lo que querías escuchar, no? ¡Roier! Cerro sus ojos, lo recordó, lo imaginó en el fondo de su mente, su risa, sus labios, sus mejillas rojas, su cabello castaño, sus besos sabor chocolate de frutilla, y sus caricias cálidas como un abrazo de luz del sol sobre su corazón. 

— Roier...

 Lo recordó con todas sus fuerzas, lágrimas surcaban sus mejillas y su corazón poco a poco parecía vaciarse de amor, quedando seco. 

— Roi... 

Aquel corazón hecho de rimas, aquel amor incondicional que él no había correspondido nunca. 

— Roier... Lo siento.... 

Le había roto el corazón, mil veces, aquello roto en los ojos de Roier siempre había sido eso: aquel "Te amo" que él nunca pudo repetir, por miedo, por ignorancia, por estupidez, por creer que podría haberlo dicho después. 

Por creer que como Roier no existía no importaba, pero Roier era real, porque en su corazón era real, porque su amor si era real. 

— Yo sí te amo, Roier.

Y no había un después, Roier se lo había dicho, desde el primer día, el día que lo encontrara sería el día en que lo perdería, el Roier de su propio mundo, el Roier real, el que ahora tendría que aprender... A intentar a amar de nuevo, con el que no podía permitirse cumplir con los mismos errores. 

— Te amo, te amo, te amo...

No podría nunca decírselo, nunca confesar su amor, dejar que se rompieran sus ojos, desear que se terminaran sus rimas, dejarlo llorar en sus brazos, y ahogar las penas con su cuerpo. 

— Dios... Te traté tan mal, Roier... 

Sus rodillas se hicieron débiles y cayó al suelo, en aquel dormitorio que ahora estaba vacío, mirando una cama que no habían arreglado aquella mañana ninguno de los dos cuando aún eran dos, cerró sus ojos y lo intento una vez más, intentando volver a ver a aquel algo de amor incondicional que había tenido a su lado tantos, tantos meses. 

— Amor... 

Al abrir los ojos de nuevo, su hogar seguía tan vacío como antes, igual que meses atrás, antes de que el pequeño algodón de azúcar apareciera en su vida. 

— Roier... 


Cellbit estaba solo de nuevo. 

Rhyming Heart |GuapoDuo|Where stories live. Discover now