Los cuarteles séptimos

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"Quien es dueño de los ejércitos, los llama a la batalla, quien controla a los valientes, recompensa su andar."

Fragmento de la canción de guerra del rey Habsbash.


En el territorio de los Cuarteles séptimos:

Los cuarteles de Aladai se encontraban al frente. Una pequeña ciudad poderosa entre las demás ciudades. Un campamento central, en donde estaba la casa de ellos junto a los aposentos del general del ejército, rodeado de seis campamentos, uno al norte, uno al sur, uno al noreste, uno al noroeste, uno al suroeste y uno al sureste.

Cerca de los campamentos se encontraban pequeños pueblos, donde se comercializaban exóticos tipos de entretenimiento.

Aharon descendió junto a los demás, presentando sus pases respectivos, gracias a unos favores cobrados por Cassiel y Thaem se les permitieron ser colocados en la misma habitación a los hombres, dentro de su pabellón.

Por su lado Lea e Irias fueron puestas en el pabellón de mujeres, juntas de igual forma.

Tres años duraba el entrenamiento, aunque algunos por voluntad propia continuaban hasta pulirse, mientras que otros con permisos especiales servían su entrenamiento en alguna de las ciudades magnas.

Las habitaciones eran grandes, con doce camas, eran seis camarotes en total. Las duchas eran grandes salas comunes, cerca de los baños. Se les ordenó descansar por el resto del día, los procesos de registro demoraron toda la tarde, debían dormir, al día siguiente iniciarían.

–Que tal las cosas –dijo entre quejas Hirs mientras escudriñaba la habitación con mirada impregnada en desánimo– entiendo que el fin es el carácter, pero, la vista no es agradable.

–Es mejor que el silencio –le respondió Seb, quitándose una especie de prenda manga corta, bajándose también el pantalón, quedando solo con un interior que le cubría de la pelvis hasta parte del muslo– al menos no es silencioso. Entró en su cama sonriéndoles.

–Es bastante normal, yo vivía así junto a mi hermano, aunque la casa era grande –admitió Trarem con nostalgia– no tengo problemas adaptándome, ¿tú qué dices, Aharon?

–¿Ah?, perdona, no les estaba prestando atención –dijo en tono preocupado.

–¿Estás pensando en ella? –interrogó Hirs mientras aventaba una almohada para despertar a Mejus.

–No, estoy pensando en mi hermano –le contestó.

Mejus le regresó la almohada con fuerza, Hirs sonrió por haberlo incomodado.

–¿Cómo estarán ellas? –consultó al aire Mejus.

–Esperemos que bien, ¿dormirán como nosotros? –le consultó Trarem sentándose.

–Curiosa imagen –respondió Mejus con rostro inquieto.

Aharon, Hirs y Trarem le lanzaron una mirada lapidaria, silenciándolo.

Pasados unos minutos entraron dos personas más a la habitación.

El más alto entre ellos se presentó como Ditias, con el cabello largo hasta la espalda baja, que poseía tonos negros azulados y los ojos del mismo color, tratando de congeniar con los demás.

Eral por su parte observaba los lugares, acercándose a la cama de Hirs.

–Hola –le dijo rascándose la cabeza– soy más grande que tú, y esa es la cama más grande, dámela por favor. Sonrió mientras su hermano lo observaba con desaprobación.

La Simiente Santa - El pergamino de Sangre y Espíritu I #PGP2024Место, где живут истории. Откройте их для себя