Brooke había tenido una vida relativamente normal durante toda su vida, a pesar de que no se llevaba especialmente bien con madre. No fue hasta ese verano que toda su vida se empezó a venir abajo.
Lo que empezó como una pequeña aventura con un grup...
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— ¿Axel? — pregunta Brooke llegando junto a la orilla del mar frente a la pequeña tienda de surf que había en mitad de la playa.
Era de noche y hacía algo de frío, todo estaría a oscuras si no fuera por la débil luz de las farolas.
— Brooke. — Axel aparece a sus espaldas, haciendo que ella se sobresalte.
— Dios, no vuelvas a hacer eso. — se queja ella con una mano en su pecho.
— Lo siento. — el rubio hace una mueca.
— ¿Y bien? ¿De qué querías hablar? — pregunta Brooke alzando sus brazos con impaciencia.
— Sobre el Merchant.
Brooke lo mira totalmente sorprendida, ¿cómo es que él sabía sobre el Royal Merchant?
— ¿Qué?
— No te hagas la tonta, Brooke, sé que sabes donde está el oro. — dice Axel acercándose peligrosamente a ella.
Brooke da un paso hacia atrás, sintiendo como la fría agua del mar chocaba contra sus pies.
— No sé a qué te refieres, Axel. — insiste ella, intentando alejarse del chico.
— Claro que lo sabes, Brooke. — el rubio toma la muñeca de la chica con fuerza. — Y me lo dirás, quieras o no.
— ¡Suéltame! — grita ella, tratando de zafarse de su agarre.
— ¿Aún no lo entiendes, verdad? — pregunta él, su rostro se había tornado más sombrío. — Tú y tus amigos Pogues no sois los únicos que queréis el oro, Brooke. Te he estado observando para ver si me llevabas hasta él, pero no ha funcionado así que, ¡dímelo, Brooke!
— ¡No sé dónde está el puto oro! — exclama ella empezando asustarse. — ¡Estás loco!
Esto sólo parece enfadar más al chico ya que empuja a Brooke haciendo que caiga al mar. Enseguida, el agua golpea el rostro de la chica, entrando por su boca y provocando que comience a toser repetidamente.
Entonces, siente como una mano toma con fuerza su cabello y vuelve a hundirla en el mar. Cuando sube a la superficie, Brooke toma una bocanada de aire antes de que la obligue a sumergirse de nuevo.
— ¡Dímelo, Brooke!
Ella empieza a patalear intentando deshacerse del agarre, posa sus propias manos sobre el brazo de Axel y clava sus uñas en él para arañarlo. Axel suelta un gruñido antes de liberarla.
Brooke se levanta rápidamente para comenzar a correr, intentando escapar del chico pero Axel es más rápido y la alcanza, tomándola por el cuello.
— Axel... — Brooke respira con dificultad sintiendo como comienza a faltarle el oxígeno. Sus intentos por liberarse eran completamente inútiles ante la ira que desprendían los ojos de Axel.
