Capítulo 14

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Narrador omnisciente

Las puertas del tribunal son abiertas dando paso a una de las personas más respetadas y temidas dentro de la fuerza militar que acompañada del hombre más poderoso del mundo entra a la sala causando revuelo. Tal y como siempre lo ha hecho porque una mujer así no pasa desapercibida en ningún lugar a menos que ella lo desee.

Avanzan al unísono siendo captados por las decenas de humanos presentes y por los camarógrafos encargados de transmitir en la cadena de la institución el juicio en cada sede militar del planeta.

A medida que van caminando la multitud se pone de pie momentáneamente como indica el protocolo militar y, en cuestión de segundos, seis agentes de los mas letales, que forman parte de la guardia del ministro, se apostan rodeándolos armados hasta los dientes. La orden recibida de su capitán ha sido preservar la vida del ministro y de la principal testigo del caso y eso es lo que harán al costo que sea.

El comandante de la zona europea se encuentra formando parte del jurado que dictaminará si el traficante será puesto en disposición de las autoridades mexicanas o si continuará bajo el control europeo luego de que se confirme su culpabilidad ante los cargos imputados, algo que nadie duda pero que debe hacerse por pura formalidad para no violar los derechos humanos del mexicano. A todas luces esta claro que su propósito no es otro más que asegurar que la FIEM gane el caso dándole peso a las acusaciones que lo vinculan al crimen en el territorio del viejo continente pues de perder el sujeto quedaría bajo la responsabilidad de las entidades pertinentes de su país al no estar interesada en él la comandancia americana a cargo de Hela Martinez Schneider quien, irónicamente, es madre de la capitana que apresó al maleante. Maximilian no entiende como es que la comandante puede tener tal actitud cuando la seguridad de su hija se encuentra en juego aunque sabe que no debería extrañarse tanto, después de todo, ¿qué más podía esperarse de una mujer que abandonó a su familia?

No obstante a lo anterior, cada persona en esa sala conoce que el abandono de la comandante en lugar de hacer de Atenea una persona débil la fortaleció de tal manera que es casi imposible saber que cosas la pueden lastimar realmente y eso hace que incluso le teman porque lo que tiene lo ha luchado, nadie le ha regalado nada. El comandante conoce esto mejor que nadie a pesar de ser quién menos tiempo lleva tratando con ella y en su opinión nada ha tenido que influir el ministro, pese a haber podido hacerlo.  

Continuando el recuento de los presentes, los amigos de la capitana también se encuentran ahí para darle apoyo. El teniente de su antigua tropa, Nikolai Schmidt; Alaia Rouge, capitana de la división de crimen cibernético; el capitán de la Beta003 Mikhail Sokolov y Sussie Acosta, sargento de la Alfa001, son los que más importancia tienen. No podía faltar su actual pareja, el coronel de la base, Dominic Miller. El exgeneral Alec Richter tampoco podía faltar al ser quien ha estado ahí viéndola crecer en la milicia, desde una soldado raso a la gran capitana que a su entender es actualmente. Son pocas personas las que estan ahí por ella pero son las suficientes según piensa al pasar frente a ellos.

Sin embargo, no son todas las que están presentes por ella, tanto para bien como para mal, y pronto se da cuenta.

―¿Qué hace ella aquí? ―Gruñe a pocos metros del estrado la capitana lo suficientemente alto para que su padre que camina a su lado la escuche.

El ministro desvía con disimulo la mirada a la persona que su hija mira y suspira.

―Tiene derecho a estar aquí, Atenea.

―¿Ah sí? ¿Y por qué no me avisaste de su presencia? ―Cuestiona molesta pero cuidando que nadie que no deba lo note.

―Vino a última hora ―responde con simpleza provocando que la mirada de la joven vaya a parar al falso techo del tribunal.

Peligrosa Atracción (Borrador Peligro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora