Capítulo 38

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Atenea

Dormir sobre Maximilian ha sido una completa locura. Todos mis huesos estan adoloridos y a pesar de ello no quiero irme de aquí. Me gusta demasiado sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo, que tan menudo parece comparado con el suyo a pesar de que solo soy unos veinte centímetros más baja que él.

Bueno, pensándolo mejor, veinte centímetros no es poco pero incapaz yo sería de tildarme a mí misma de enana. Ni hablar. Jamás.

En fin, es tan agradable la sensación que me proporciona la calidez de su cuerpo que no quiero renunciar a eso en un futuro cercano. Por ello permanezco con la cabeza pegada a su torso escuchando los rítmicos latidos de su corazón mientras él aún duerme tranquilamente sin molestarle la iluminación mañanera que se cuela por las ventanas. Esa luz fue el motivo por el cual me he despertado tras haber descansado más en una sola noche que en toda mi vida a pesar de lo descabellado que eso parece incluso para mí misma teniendo en cuenta que los brazos del comandante estuvieron aprisionandome toda la noche como si no quisiera que me marchara, cosa que yo tampoco deseo si soy sincera aunque desconozco el porqué o quizá es que no quiero reconocerlo.

A estas alturas ni yo misma entiendo por qué diablos me resulta tan condenadamente difícil distanciarme de él, por qué siento que con él puedo tener paz y, aún peor, por qué confio tanto en alguien a quien en un inicio consideraba un patán.

Honestamente, creo que me estoy volviendo loca. De hecho, considero que deberían encerrarme en algún manicomio en el fin del mundo hasta que se me pase este absurdo deseo de tenerle cerca porque no es normal que anhele a quien está más que prohibido para mí pero es que es algo que no soy capaz de controlar y odio eso.

Odio a Maximilian Black y su maldito físico perfecto que le hace tan tentador ante mis ojos al tener todo lo que me encanta en un hombre. Detesto la habilidad que tiene para hacerme perder los estribos cada que así lo quiere, incluso sin intentarlo lo consigue. Aborrezco que pueda hacerme sentir cosas desconocidas, sus palabras que me enredan y sus acciones que me confunden. Sin embargo, sobre todas las cosas, no me gusta que su simple presencia sea capaz de afectarme y mucho menos me agrada el hecho de no poder poner distancia de por medio por la simple razón de que, de alguna extraña manera, me he acostumbrado a él.

El representa todo aquello que algún día quise y no puedo tener. Al menos no de la manera en que secretamente deseo y eso es lo que me lleva a odiarlo más.

¿Por qué tiene que ser así de perfecto y prohibido? No lo sé pero muero por conocer esa respuesta. Quizás en el futuro la tenga, o eso quiero pensar.

Pasar tiempo con él hace que mi cabeza se vuelva un lío y haber dormido ya tres días con él lo ha complicado más para mi dañada mente. Si la realidad fuera otra prácticamente podría considerarnos más de lo que sé que somos pero la realidad donde él está casado con mi hermanastra, yo con novio y mi padre en contra de que algo entre nosotros surja es la existente, aunque admito que todo es circunstancial porque él se puede divorciar, yo separar y Christopher cambiar de opinión.

Los pensamientos me abruman debido a lo que implican, ideas surgen en mi cabeza y de repente, al mover la cabeza para minimizar el dolor cervical, me encuentro siendo observada por un par de ojos negros muy curiosos.

―Buenos días ―murmuro con una timidez que no sé de donde salió y le atribuyo al rubio que me ve con algo que no sé identificar bien reflejado en su oscura mirada.

Aunque no sea algo que vaya a reconocer nunca en voz alta, Maximilian me intimida y aún más despues de los últimos acontecimientos.

―Buenos días, bonita ―responde animado por alguna razón que ignoro. ―¿En qué pensabas antes de que te dieras cuenta que estaba despierto? ―Cuestiona curioso y debo reconocer que sabe leer bien mis silencios.

Peligrosa Atracción (Borrador Peligro #1)Where stories live. Discover now