ੈ🌑DIECIOCHO

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Barcode no entendía nada.

Su mejor amigo se había quedado solo con su perro durante cuatro días y aún no aparecían.

Le habían dicho algo sobre "el celo" del Alfa, en ese caso, era Mile y que Apo, como su Omega, debía ayudarlo... De una manera sexual.

Bien, eso lo comprendía, él sabía que los dos se gustaban, pero lo que no, era el por qué de aquellos dos chicos que lo miraban y seguían a todas partes como si fueran sus perros guardianes.

La señora a quienes ellos llamaban "tía", se había tomado el tiempo de explicarle la vida de cambia formas Lobo.

Eso incluía el hecho de "las almas gemelas", "pareja destinada", etc., lo que al parecer, lo que esos dos chicos sentían hacia él, era lo que llamaban "conexión de almas gemelas", pues ellos podían sentir un tenue aroma a durazno salir de él.

Barcode no usaba fragancias dulces, ese era Apo. Por lo que, el que esos chicos dijeran sentir un aroma natural a fruta venir de él, era demasiado extraño y Barcode lo consideraba incluso, ofensivo.

Ellos le habían dicho que querían conocerlo mejor, pues sus Lobos, aquellas almas dentro de ellos, les gritaban a ambos que él, era su Omega, su pareja destinada. ¿O sea cómo? ¿Él sería el de abajo?

—¿Pero por qué yo no siento eso? Es decir, no siento ninguna conexión, no me digan que yo también tengo a mi Lobo dormido. —Le dijo a la Omega que lo miraba comprensiva.

—Quizás. Ese día, Apo no fue el único bebé perdido, pero de ser así, los Lobos de Ta y Jeff ya les hubieran dicho que el Omega de su pareja está dormido, así que supongo, que la diosa Luna simplemente los unió a un humano. Un humano que tiene la dicha de tener a dos Betas como sus parejas. —Respondió con una gran sonrisa.

—¿Cómo diablos? Pero yo tengo novio. —Aclaró con mal humor.

—Nadie dice que dejarás a tu novio, pero dales una oportunidad. El hecho de que tú seas su pareja destinada, los une a ti de por vida. Si los rechazas, ellos pueden morir de tristeza.

—¿Está diciendo que debo aceptarlos sólo porque sí? Ellos no me gustan, nadie me puede obligar a que los acepte, además, soy monógamo. —Decía firmemente.

La Omega lo miraba y trataba de entender a los humanos, cuando un Lobo encontraba a su pareja, era una gran bendición. Pues no todos tenían la misma suerte. Y este chico tenía dos almas unidas a él... Quizás el saberlo de golpe lo hizo entrar en estado de negación.

—Sólo te recomiendo que te tomes el tiempo para conocerlos, para conocer la manada, nuestra forma de vivir aquí, aislados del mundo... Nadie te va a obligar a nada, pero deberías, y es un consejo nada más, deberías darle una oportunidad a esos chicos. Ellos están sinceramente interesados en ti. Sólo quieren hacer feliz a su Omega.

Y ella deseaba lo mismo para esos Betas a los que quería como si fuesen sus hijos... Aunque tenía la esperanza de que esa noche, por fin ella pueda tener a su bebé entre sus brazos.

Barcode resopló. Un Omega, él no era ningún debilucho para que lo llamaran así. Bueno, Apo tampoco era débil y es un Omega...

¡Pero es diferente porque él sí es un Lobo!

Carajo... Lo mejor era irse pronto, él había ido porque quería saber qué era todo eso de los hombres Lobo, bien, ahora que lo sabe puede irse en paz y si Apo quiere quedarse, con todo el dolor en su corazón lo tendrá que dejar ir.

—Esta noche es la ceremonia de bienvenida a los nuevos integrantes de la manada... Apo y tú. —Le dijo la mujer. —Así que deben estar presentes. Aunque no seas un Lobo, te aceptamos como uno, pues eres la pareja de dos de nuestros cachorros.

—Que no soy pareja de nadie. —Aclaró poniéndose de pie.

Segundos después, salió de la casa de la Omega y ahí afuera yacían sus dos dolores de cabeza, que al verlo, le sonrieron amables.

Pero Barcode ni siquiera los miró y les pasó de largo. O eso creía.

—¿Adónde vamos? —Preguntó Ta a su lado. Barcode no respondió.

—Podríamos ir río abajo, la primavera está cerca, y el bosque se ve precioso. —Ofreció Jeff con su singular sonrisa.

Barcode siguió con su camino.

Los hermanos se miraron dudosos, el pequeño Omega los estaba ignorando deliberadamente y ellos se sentían mal. Pues era obvio el rechazo.

En todos esos días, el Omega les había gritado que se alejaran aunque tiempo después, parecía resignado a estar con ellos, incluso, en pocas ocasiones había sonreído a sus ocurrencias, les respondía con monosílabos pero al menos no los ignoraba.

Como en ese momento, que parecía que ellos no existían.

—¿Barcode? —Lo llamaron y entonces el mayor se detuvo.

Se giró y con su mejor cara de enfado los enfrentó.

—No sé qué es lo que pretenden, pero los dos me irritan. —Dijo con voz grave. —No me han dejado respirar desde que llegué, y siguen diciendo que soy su maldito Omega cuando ¡yo nunca los acepté y tampoco me considero uno! —Exclamó enojado. —Déjenme en paz, yo no soy su pareja, yo tengo un novio que espera por mí en la ciudad, así que dejen de fastidiarme. Pronto me iré, ahora que las cosas con Apo están casi aclaradas.

Dicho eso, se dio la vuelta y siguió con su camino hacia el hogar Phakphum, pues ahí se cambiaría de ropa y comería algo antes de la ceremonia.

Sin embargo... Dos Betas estaban congelados en su sitio, sus ojos brillaban por las lágrimas contenidas y sus Lobos chillaban por haber sido clara y dolorosamente rechazados por quien ellos denominaban su amor, aquel hermoso muchacho de facciones suaves que había sido diseñado para ellos aunque este no los quería.

¿Este era el momento de renunciar?

—¿Jeff?

—¿Sí?

—Me duele el corazón. —Dijo el más alto mientras se tocaba el pecho. Jeff lo miró con con una sonrisa triste, pues él se sentía igual.

—Lo mejor será que ya no lo molestemos... —Dijo resignado.

—¡Pero él es nuestro! ¡Si lo perdemos, nuestros Lobos enloquecerán! —Exclamó asustado el menor.

—Lo sé, pero hablaremos con ellos, deben entender que no lo podemos obligar a que nos ame, él debe venir por cuenta propia a nosotros, ya le hemos demostrado que nuestro interés hacia él es por la eternidad... Y de no ser así, debemos seguir con nuestra vida. Él ya dijo claramente que no le interesamos.

Ambos suspiraron, ¿por qué la diosa Luna los había unido a un humano terco? La vida hubiera sido más fácil si este fuera un Lobo.

Pero también sabían que las cosas se daban por algo, si el bonito humano gruñón no los quería ahora... Sólo podían esperar a que se diera cuenta y aceptara sus sentimientos en algún momento.

Ellos esperarían, sólo deseaban que el chico no tardara tanto o sus Lobos morirían de dolor.


My Sweet Wolf

My Sweet Wolf- MileapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora