Capítulo 1: Bala errada.

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Playlist  de inspiración disponible en Spotify: "ASESINA DE LA MAFIA", por Rebefsilva


Silvia tenía 17 años cuando conoció el fracaso. Quizás ya lo había experimentado un poco cundo era más joven y perdía uno que otro examen en la escuela. Ella siempre se presionaba para cumplir la exigencia que creía que los demás tenían sobre ella. Pero cuando se vio obligada a huir de su casa y de su país, fue entonces cuando conoció la verdadera soledad que trae como consecuencia decepcionar a los que están contigo; el abandono por ser insuficiente.

Sus padres eran socios de una de las mafias más buscadas de toda Europa: los Caruso. Aunque también tenían relaciones con otros, como los Barreto, Acosta, Anzola, Messina. Sin embargo, los Caruso eran conocidos por conceder favores a los demás; esos favores poco comunes que usualmente te meterían en la cárcel por el simple hecho de necesitarlos. Sus padres no eran exactamente ricos ni muy famosos en el mundo de la mafia y el contrabando, pero por algún motivo a los Caruso les agradaban.

Por aquel tiempo, cuando Silvia tenía 17 años era apenas una colegiala que pasaba sus días entre tareas y pinturas de uñas. Bueno, cuando los demás la veían eso era lo que ella hacía.

Pero en aquellos momentos cuando ningún compañero de clases estaba cerca, dejaba de ser estudiante y se volvía una más de la mafia. Desde muy pequeña sus padres la incluyeron en ese mundo. Ellos eran narcotraficantes, un trabajo muy movido y arriesgado, el dinero corría de aquí para allá, mientras sus padres se escondían un poco más cada vez. Pero Silvia era más bien de la acción, de la adrenalina y del peligro. Ella era una sicaria, y sus padres estaban de acuerdo con eso.

Usualmente las personas que ella asesinaba eran magnates con poca seguridad, hombres con deudas y personas que huían de la cárcel, la mayor parte del tiempo esos eran trabajos que los Caruso le asignaban. Era sencillo, un trabajo que a ella no le hacía ni siquiera palpitar el corazón un latido demás. Por lo general hacía trabajos limpios, excepcionales, donde no dejaba ni una huella que podía señalarla como la culpable.

Hasta ese día, cuando decidió escalar un piso más y acabar con la vida del gobernador de Puglia.

El día que se decepcionó incluso a sí misma.

Ese día no venía de parte del señor Caruso aquel encargo. Era, en realidad, un encargo del jefe de la mafia de toda Italia: el señor Alberto Anzola. Extraño que un mafioso tan importante como él quisiera que ella matara a un político, pero Silvia nunca hizo preguntas. Después de todo, el señor Anzola sabía secretos que nadie más lo hacía.

El gobernador estaría dando una rueda de prensa a cosa del mediodía fuera de un edificio federal. Sería una tarea ardua poder matarlo, pues ella no podía acercarse demasiado con riesgo de que la vieran. Asimismo, el edificio, el gobernador y sus alrededores estarían altamente vigilados.

¿Cómo podría matarlo?

Con un rifle de alta distancia, el más imponente del mundo: McMillan Brother Tac-50, una belleza que el señor Anzola le había regalado.

Cuando Silvia lo vio aún dentro de la funda, ella ya supo qué era: – Un MK 15, con un alcance efectivo de cuatro mil metros, una mira telescópica y un cerrojo manual. Trátalo con cuidado –le advirtió Alberto, Silvia apenas fue capaz de asentir como a una niña que le conceden un regalo invaluable–. Fue lanzado este año, apenas el Navy Seal lo tiene. Eres una de las afortunadas de sostenerlo; es la propia arma de guerra.

Y eso era Silvia, una guerrera, una soldado dispuesta a morir en el campo de batalla.

Pero ella no quería morir ese día.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora