Capítulo 39: Sangre Caruso

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Conmocionada, con el corazón arrugado, Alyssa estaba afuera del despacho de Eros. Bueno, siempre había sido para ella el despacho de Alessandro, pero, ahora que él no estaba, pasaba a ser de Eros. Sin embargo, Alyssa no le estaba prestando demasiada atención a estos tecnicismos, sino a su teléfono móvil que descansaba en su oreja.

El tono de llamada se repetía un par de veces, ella temió lo peor cuando una voz masculina al otro lado respondió al tercer intento de una llamada.

—Mockery —bramaron del otro lado.

Alyssa suspiró, agradeciendo mentalmente a Dios porque hubiesen respondido—. ¡Darío! Finalmente respondes. Tengo buenas noticias: Elián está...

—Con su tía Marge, en Inglaterra, de hecho —Alyssa cerró su boca de golpe al darse cuenta que, al parecer, ella no era quién tenía la información allí—. Lo primero que hice fue contactar con su tía, Alyssa, él volvió con ella. De hecho, estoy aquí con él.

El corazón de Alyssa comenzó a latir con premura. ¿Querría ella hablar con él? No, en realidad aún no estaba lista para enfrentarlo. Quizás después, por los momentos era suficiente saber que él estaba sano y salvo, y más en compañía de Darío.

—Bueno, yo iba a decirte que Elián estaba en Inglaterra, pero creo que es más precisa tu ubicación. ¿Está bien?

La línea quedó muerta por unos segundos en los que Alyssa comenzó a comerse su propio labio hasta sentir el tirón de su piel protestar y un ligero sabor metálico quemar su lengua.

—Está borracho, Alyssa, y deprimido. Verás, estoy haciendo una apuesta por saber si es por la boda o por su madre —sin poder detener un dolor de cabeza inminente, Alyssa apretó el tabique de su nariz al imaginarse a un ebrio Elián vomitando en la alfombra cara de la tía de Elián—. Llevo un par de horas tratando de convencerlo de volver, pero no hace caso. Aunque quizás eso sea bueno, hasta que por lo menos tengamos controlado la situación de la lista de Luke. He mandado a buscar a mi esposa y a mi hijo, nos quedaremos aquí con él hasta que esté listo para volver.

Con una mano en su pecho, Alyssa sonrió a la nada. Jamás se hubiese imaginado lo buen amigo que era Darío. El día que lo conoció por primera vez, lo creía distante, frío y, sí, quizás un poco amigable. Pero esa bondad en él era realmente genuina como para quedarse allí con Elián en momentos tan difíciles como ese. Sobre todo, teniendo en cuenta que su amiga durante los últimos cinco años no lo estaba haciendo.

—Gracias, Darío. Valoro tu apoyo en estos momentos.

Darío le restó importancia con un pequeño bufido que hizo zumbar el auricular en la oreja de Alyssa. Se oyó una pequeña interferencia cuando él pareció regañar Elián brevemente a la lejanía, momento en el cual Alyssa deseó poder decirle algo al amigo que la había salvado de la condena cinco años atrás. Pero se halló sintiéndose enormemente culpable al no tener ninguna palabra preparada en su lengua.

—Bueno —suspiró Darío, tras terminar su regaño a un ebrio Elián que tal parecía que estaba metiéndose en problemas—. ¿Qué tal las cosas allá? Sé que Alessandro renunció, ¿cómo lo está haciendo Eros?

Ahora fue el turno de Alyssa para suspirar—. Creo que va bien encaminado. Al principio estaba renuente, queriendo ir tras Elián para que él tomara su legítimo puesto, pero todos estábamos al tanto de que huyó y no teníamos idea de cuándo volvería. Así que Eros aceptó el mando, temporalmente, y restructuró todos los puestos y los rangos. Giulia tiene tu antiguo puesto, a mí se me dio el de Eros.

Hubo un ligero jadeó de sorpresa al otro lado del teléfono móvil, un sonido gutural de incredulidad—. ¿A ti? —Alyssa se mordió el labio—. No digo que seas indigna del puesto de caporégime, Alyssa. Pero, ¿Eros aprobó eso? Tú no estabas ni cerca de ser la sucesora de ese puesto.

LA ASESINA DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora