Capitulo IV: Los amos del ártico.

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Mientras el torneo se llevaba a cabo en el sur, al norte, en el ártico, una solitaria joven se dirigía hacia una estatua de más de veinte metros de alto ubicada en el centro entre dos montañas y estaba de espaldas contra el mar. Ésta es la estatua de Gavrósh, dios del mar el cual es representado como un hombre de largos cabellos y barbas, sostiene en su mano derecha un hacha con la que corta los glaciares y en la otra una lanza de coral con la que mueve las olas, viste una piel de oso polar a modo de falda y botas, también viste una piel de foca a modo de capa y tiene una corona adornada con dos largos colmillos de morza.
La joven que pertenecía a una tribu que se llamaba igual que el dios al que adoraban y vino a esparcir las cenizas de su padre, uno de los mejores cazadores de la tribu. Grande fue su sorpresa al encontrarse con un wendigo a los pies de la estatua el cual estaba sacrificando a un pobre zorro para honrar al rey del norte. El wendigo tomó una lanza hecha de hielo y se puso en posición defensiva amenazando a la joven con atravesarle el corazón si se acercaba. Éste era blanco, con astas similares a las de un ciervo las cuales al estar un poco desgastadas por el tiempo decían que este wendigo ya estaba viejo, vestía únicamente una piel de oso polar que utilizaba a modo de capa y tenía una larga melena que llegaba hasta su cintura. A pesar de sus amenazas, la muchacha intentó dialogar con el.
Aunque ella no entendía los gruñidos y sonidos emitidos por el wendigo, seguía hablandole en español. Ahí el wendigo se dió cuenta de que ella no hablaba lenguaje de bestia.
— ¿Qué hacer gavroshiana aquí? —dijo el wendigo, aunque su español estaba muy oxidado la joven lo entendía a la perfección.
— Solo vengo aquí para esparcir las cenizas de mi padre. El siempre venía cuando llegaba el verano, venía para agradecer también las bendiciones del rey del norte —decía la joven mientras esparcía las cenizas—. También porque mi tribu necesita de tus servicios —.
— ¿Qué hacerte pensar que yo ayudar a unos asesinos como ustedes? —dijo el wendigo mirando con desprecio a la muchacha.
— Porque… es la voluntad del rey…—dijo la muchacha mirando fijamente al viejo wendigo.
— ¡Olvidarlo! Yo jamás ayudar a los asesinos de mi pueblo —. Dijo el wendigo mientras recogía sus cosas para marcharse. En ese momento un chorro de agua comenzó a salir de los ojos de la estatua, el agua comenzó a avanzar en dirección al sur en dónde estaba la tribu de la muchacha.
— ¿Me crees ahora? —dijo la muchacha mientras soltaba una leve carcajada. El viejo wendigo la respondió con un gruñido en señal de molestia.
Lo que le molestaba era que debía ayudar a sus enemigos, quienes en una de muchas guerras que vivieron los gavroshianos con los wendigos en el pasado para hacerse con el domino del ártico, pues lo humanos no son nativos del ártico, ellos llegaron hace cien años escapando del hambre, pues la isla del norte no siempre fue un páramo gélido, antes estaba lleno de plantas y animales en abundancia. ¿Qué pasó entonces? Muy sencillo: los wendigos no eran los mejores vecinos, a ellos les desagradaban muchísimo los humanos. Lo que encendió la pólvora fue que un cazador humano mató a un niño wendigo por accidente al confundirlo con un venado; normalmente los gavroshianos lo entregarían a los wendigos para evitar conflicto, pero esa vez fue totalmente diferente, pues se trataba del jefe de la tribu quién no llevaba ni dos meses de haber asumido el cargo. Obviamente al rehusarse a entregar al jocen la guerra estalló y para que ésta no se extendiera por mucho tiempo, Gavrósh hizo que la tierra comenzara a congelarse y los animales empezaran a mermar.
Lo que no tomó en cuenta fue que ambas razas no se darían por vencidas así cómo si nada y el conflicto se extendió por mucho tiempo. Cuando por fin terminó, el daño ya estaba hecho; no quedaban muchas plantas y por lo tanto la comida comenzó a escasear. Los humanos lograron sobreponerse criando Jacks y aprovechando hasta el último gramo de carne que traían los cazadores. Pero a los wendigos no les fue nada bien. Ellos no sabían cómo criar animales y al tener un metabolismo algo acelerado les entraba ansiedad y empezaban a comerse todo. Cuando no quedaba comida y el hambre los seguía atormentando, comenzaron a cometer atrocidades tales como recurrir al canibalismo o devorar a los humanos perdidos que encontraban en la tundra. A día de hoy la mayoría de wendigos no son más que monstruos que no dudarán en comerte si te encuentran. Los pocos wendigos cuerdos que aún quedan le guardan un profundo resentimiento a los humanos por llevarlos hasta éste punto. ¿Y cómo es que no se volvieron caníbales? Te preguntarás, porque ellos se mantuvieron fieles a Gavrósh en todo momento, el los salvó del hambre llevándolos a un lugar lleno de comida el cuya ubicación es desconocida para los humanos.
Dejando todo eso de lado; Chrono llegó al día siguiente a la isla del norte, no sin antes conseguirle abrigos a sus discípulos. A todos les dieron una cálida bienvenida, pero ésta vez no hubo una celebración tan grande como la que le dieron los sinmaros, simplemente les dieron comida y un lugar para pasar la noche. El jefe de los gavroshianos sabía perfectamente el motivo de la visita de Chrono pues un mensajero sinmaro vino durante el torneo para darle la noticia.
Al día siguiente toda la tribu se reunió en torno al viejo wendigo para dar inicio a la ceremonia en dónde se escogería al joven más fuerte de la tribu. Diecisiete jóvenes de entre doce y trece años estaban arrodillados ante el viejo wendigo.
— ¡Atención! —exclamó el viejo wendigo—  Todos ustedes haber sido llamados para demostrar quién es el humano más fuerte de la tribu. Para vuestra primera prueba deber atravesar Desierto Blanco hasta llegar a Bosque de Cristal, ahí deber recolectar doce corazones de demonio y una vez tener los doce, dirigirse inmediatamente hasta estatua de Gavrósh y poner corazones en altar. Reglas ser éstas: no matar a otros, poder robarle corazones a un contrincante y pelear con éste por corazones, pero hasta ahí, si tú matar contrincante no solo ser descalificado, si no que ser ejecutado. Usar únicamente armas, nada de magia, si alguno usar magia para facilitar tarea, ser descalificado en el acto. Deber estar en estatua antes de mediodía del segundo día, si no estar ahí con los doce corazones, haber perdido. Ser exclusivamente doce corazones, ni uno más, ni uno menos. Habiendo dicho ésto, partir ya, antes de que anochesca. —todos los jóvenes parten de inmediato justo en el momento en el que el viejo wendigo golpeó su bastón contra el suelo.
Unos minutos después el jefe de la tribu se acerca al viejo wendigo para hablar con el.
— Muchas gracias anciano Aritok por ayudarnos en esta ceremonia —le decía el jefe al wendigo pero este rápidamente lo interrumpió.
— Escuchar jefe humano: yo vivir únicamente para eliminar gavroshianos, no olvidar —habiendo dicho eso, procede a retirarse.
— Pero que rencoroso —… pensó el jefe.
Después de una avanzar a través de una fuerte ventisca, todos los jóvenes logran llegar de una sola pieza al Bosque de Cristal. Entran con las miradas totalmente llenas de determinación, sin saber que les aguardan amenazas mucho más peligrosos que los demonios que habitan el bosque.

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