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Adrien

Mi humor había cambiado rotundamente luego de follar con mi mujer.

Y menos mal que habíamos logrado reconciliarnos, porque me estaba resultando asfixiante estar en un lugar que no era nuestro hogar y para completarla tener que estar en malos términos con Marinette.

Arreglé mi corbata saliendo del dormitorio mientras ella se dedicaba a tomar una ducha para dormir más relajada.

Estuve tan ensimismado en la mentira que no había logrado notar que ella estaba somatizando todos los nervios que le generaba visitar a la familia de mi madre. Sinceramente a veces podía ser un despistado con esos detalles pero trataba de arreglarlo cuanto antes.

A veces debía darle la razón a mi chica con que solía pasar por alto algunos detalles pequeños, pero es que ¡vamos! ¿Cómo voy a darme cuenta que se ha cortado cinco centímetros de cabello?

—Vaya, la impuntualidad claramente es un rasgo que has heredado de tu padre.

La fría voz de mi madre me obligó a frenar en seco al escucharla. Respiré hondo terminando de ajustar mi corbata y procedí a girar sobre mi eje.

—Es sólo un minuto tarde —comprobé el reloj en mi muñeca para luego mirarla divertido colocando mis manos en los bolsillos—. Convengamos que tú también llegas tarde.

—No me fiaba de que llegaras puntual por lo que preferí ir a buscarte.

—Si notas que estamos perdiendo otro minuto por esta absurda plática ¿verdad?

—Estoy esperando a tu padre también —ajustó uno de sus glamurosos aretes llevando su mirada a la puerta de entrada—. Joder, es que realmente ustedes dos siempre me han exasperado con la impuntualidad.

—Un segundo —la interrumpí ignorando sus palabras—. ¿Por qué esperamos a mi padre? Tú y él llevan tiempo separados.

—No vuelvas a decir eso en voz alta —me regañó apretando sus dientes y endureciendo sus rasgos faciales—. Ni tu abuela ni tu tía tienen conocimiento sobre ese hecho.

Alcé mis cejas sorprendido frente a su inesperado arrebato. Y antes de que pudiera indagar sobre ello continuó.

—Como así tampoco saben que trajiste a una tipa a esta mansión, suficiente con que la mucama de mamá la ha visto llegar —quitó unas pelusas inexistentes de su vestido para luego fijarse en sus uñas en donde me llamó la atención de que portara nuevamente el anillo de casada con mi padre—. ¿Es que tú no entiendes cuando te dan órdenes? Creí haber sido bastante explícita cuando te pedí que vinieras solo.

—Wou wou —realicé un ademán con mis manos para organizar tanta información—. Primero que nada, esa "tipa" es mi prometida y por supuesto que iba a traerla conmigo de todas formas. Además lucía sumamente emocionada por conocer a tu familia y por ende ganarse un poco de tu cariño —aseguré firmemente visualizando cómo mi madre blanqueaba sus ojos y soltaba un bufido—. No he terminado, no planeo que ustedes dos formen un vínculo de suegra y nuera, simplemente te pediré que la respetes —solté sintiendo cómo mi pulso se disparaba al enfrentarla como tendría que haberla enfrentado en el aeropuerto—. Ella no es una tipa cualquiera, es mi novia y pronto será mi esposa te guste o no, porque no planeo dar marcha atrás con respecto a lo que siento.

—Vaya ese romanticismo no lo has heredado de ninguno de los dos —murmuró jocosa barriéndome con la mirada.

—No, claro que no. El romanticismo no se hereda, se aprende pero claro —esbocé una sonrisa burlesca—, nada de eso lo he aprendido en casa ¿verdad mamá?

Forever us || Adrinette +18Where stories live. Discover now