« XXIV »

772 73 87
                                    


Adrien

Adoraba lo mucho que había trabajado mi cabeza durante el último tiempo debido a que había estado teniendo más sueños de lo normal y resultaban jodidamente buenos la mayoría de ellos.

Desperté frente a las cosquillas que me producía algo en la nariz, aún así inhalé profundamente el delicioso aroma a vainilla que ingresaba por mis fosas nasales relajando mi sistema como si de droga se tratara.

Aún con mis ojos cerrados, una de mis manos se movió en una zona que conocía bastante bien: la barriga con minibug adentro. Automáticamente sonreí al recordar el motivo por el cual me hallaba disfrutando de este momento, la sonrisa se me desvaneció en cuanto reconocí en donde se hallaba mi otra mano.

Abrí rápidamente mis ojos al creerme hombre muerto.

Sí señores, mi mano libre se encontraba sosteniendo uno de los pechos hinchados de la madre de mi bebé. Y podía asegurar que no había tela de por medio en ese contacto, definitivamente mi mano era una jodida pervertida.

Tal parecía que en algún momento de la noche había deslizado uno de mis brazos por debajo de su cuerpo, para atraerla aún más cerca, y el otro sosteniendo a modo de contención su crecida barriga.

Apreté mis ojos y labios fuertemente en cuanto movió sus redondas nalgas contra mi evidente erección matutina. Jadee sin poder evitarlo al sentirla removerse dormida contra mi miembro.

Mi cabeza explotaría y no únicamente la de arriba.

—Eres un jodido pervertido —arrastró sus palabras somnolientamente.

—L-lo siento —tartamudee golpeándome mentalmente por ser tan tonto—, juro que no sé cómo...

—Ya he oído esa frase alguna vez —ahogó un bostezo girando su cuello para mirarme con sus párpados aún caídos como si le costara lograr despertarse del todo—. Aún estás tocándome.

—Me gusta tocarte —solté sin vergüenza alguna.

Sus comisuras se ensancharon para luego desviar la mirada dándome la pauta de que no le molestaba del todo.

—No tienes excusa para decir que eso lo has soltado ebrio —expresó divertida destapándonos con la sábana en señal de calor.

—¿Ya me he disculpado por llegar así? —indagué hundiendo mi rostro en su nuca para apoyar un casto beso que la hizo removerse por completo, volviendo a frotarse contra mi erección—. No has dejado de frotarte contra mi polla.

—No ha sido a propósito —volvió a mirarme esbozando un puchero al tiempo que se sonrojaba—. En cambio tú aún no has quitado tu mano sabiendo que estás manoseándome uno de mis pechos.

—No he oído quejas —retruqué relamiendo mis labios al tiempo que miraba los suyos.

Su capacidad de habla se vio totalmente alterada frente a mis palabras cargadas de razón.

—¿Qué quejas crees que pueda tener si sabes perfectamente que me gusta? —articuló finalmente mirándome de manera intensa.

Fue toda la luz verde que necesité para atacar su cuello con besos húmedos haciéndola gemir audiblemente. Marinette giró apoyando su espalda contra el colchón al tiempo que abría apenas sus piernas por reflejo, pasando una de ellas por encima de las mías y llevaba una de sus manos a mi nuca para enterrar sus dedos en mis hebras doradas.

—Adrien —cerró brevemente los ojos disfrutando de mis atenciones.

Sin cesar con mis besos comencé a levantar su blusa dejando ese par de pechos cargados de leche a la vista y produciendo que la verga se apretara en mi bóxer.

Forever us || Adrinette +18Where stories live. Discover now