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Adrien

¿Cansancio? Mucho.

¿Felicidad? Infinita.

Nada me había hecho tan feliz desde la llegada de minibug hacía exactamente un mes.

Ser padres primerizos no era tarea fácil, aún así con Marinette siempre intentábamos interiorizarnos en el tema porque nuestra prioridad era que nuestro bebé creciera bien, en óptimas condiciones y con mucho amor.

Y a pesar de que un recién nacido demandara mucha atención y tiempo, este solía ser un tanto aburrido durante el primer mes. No me malinterpreten, sólo que no veía la hora de que minibug comenzara a ser más receptivo, que sonriera, riera, que nuestras interacciones fueran más recíprocas.

Pequeños sonidos guturales comenzaron a ingresar por mis vías auditivas indicándome que Hugo había despertado y sus pequeños quejidos indicaban la necesidad de un biberón, un cambio de pañal o algún otro malestar.

Abrí con suma dificultad mis ojos mientras mis manos se encargaban de acariciar su espalda y golpear su pequeño trasero.

Giré apenas mi cuello encontrándome con el plácido dormir de mi princesa que cargaba con ojeras debajo de sus ojos. La noche anterior había tenido una dura batalla con Hugo al no poder ponerlo a dormir.

Me refiero a que era bastante habitual que el bebé despertara cada dos horas durante la madrugada, sin embargo, esta vez había costado el doble calmar su llanto desesperado.

Con la madre de nuestro amado minibug habíamos optado por turnarnos entre noches porque no resultaba nada productivo que ambos estuviéramos despiertos al mismo tiempo y fuéramos unos zombies durante la vigilia.

—Mira lo cansada que has dejado a mami anoche —besé suavemente su coronilla sin cesar con mis caricias—. Dejaremos que duerma unas horas más así que tendrás que conformarte con un biberón.

Minibug se limitó a continuar con sus sonidos al tiempo que su boca se abría y cerraba apenas indicándome que necesitaba alimentarse.

Con sumo cuidado de no hacer ruido, sostuve al bebé con una sola mano contra mi pecho para luego quitar la sábana que apenas nos cubría a ambos. Era recomendable que los recién nacidos no durmieran tapados, pero como yo estaba negado a dejarlo dormir solo podía tolerar apenas el frío de las noches parisinas indicando la pronta llegada del invierno.

—¿A dónde van? —preguntó con voz rasposa mi chica frotando sus ojos.

—No queríamos despertarte —respondí en tono bajo para no saturarla a primera hora de la mañana.

—Tiene hambre —estiró sus brazos esperando que le entregara el bebé.

Sonreí enternecido frente a su imagen de recién despierta esperando para alimentar a nuestro bebito que adoraba prenderse del pecho de su madre.

Antes de entregarle a minibug me incliné para besar su frente y luego sus labios.

—No hagas eso, me veo del asco —se quejó la azabache acomodando su desordenado cabello.

—Buenos días a ti también mí amor —me burlé.

—Aún no entiendo tus motivos para continuar siendo mí novio.

—Primero porque te amo —tomé asiento a su lado acomodando a minibug contra su pecho para que este comenzara a mamar—. Segundo porque es sumamente normal verse desalineado cuando uno despierta. Tercero porque puedo hacer esto las veces que quiera —volví a besarla sintiendo su sonrisa contra mis labios—. Y cuarto... porque ya te he pedido casamiento y no veo la hora de convertirte en mí mujer.

Forever us || Adrinette +18Where stories live. Discover now