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—¡Haerin, tranquilízate! —le gritó Hyein.

—¡Lo siento! ¡Es que! Es que...

—Es que nada, ni siquiera hemos llegado.

—Déjala, Hyein. Está nerviosa solamente —dijo Bahiyyih, empatizando con la de ojos gatunos.

—Como sea, caminen rápido que está muy oscuro y no es seguro.

Todas asintieron, concordando con la más alta. Eran más de las once y media de la noche y la calle por la que andaban estaba vacía. Aunque eran un grupo grande, nada les aseguraba estar 100% a salvo.

—¡Pasemos a comprar! —gritó Hikaru, visualizando una bolletería al otro lado de la calle.

—¿Y crees que te venderían a ti? —dijo Hyein, riendo un poco.

—¡Oye! ¡No me veo tan chica! —exclamó, cruzándose de brazos.

Pareció que ninguna estaba de acuerdo, porque todas soltaron una carcajada, hasta Bahiyyih.

—Amooor~ Defiéndeme, no te rías —le sujetó el brazo a la deportista.

—Tan linda —dijo simplemente y besó su mejilla con mucho cariño.

—Ya basta de noviazgos. Hikaru tiene razón, no podemos llegar a casa de Minji con las manos vacías, sólo que ni cagando —enfatizó sus últimas palabras—, compra Hikaru.

La más baja rodó los ojos antes de esconderse en el pecho de su novia.

—A ver, ni Hikaru ni Hae ni Eunchae pueden comprar, o se reirán en nuestras caras —volvió a decir Lee, ignorando los reclamos de las dos últimas—, yo podría porque soy alta y no me veo de la edad de Hikaru, pero tampoco paso por mayor de edad —se detuvo unos segundos, pensando—. Bahiyyih debería ir —concluyó.

—Está bien, creo que sí —Huening comenzó a rebuscar en su bolso la billetera—. ¿Qué quieren comprar?

—¿Vodka? ¿O pisco y una coca-cola?

—Creo que me alcanza para las tres cosas.

—No, no, pero transfirámosle a Bahiyyih para que no tenga que pagar todo ella —comentó Haerin, a lo que estuvieron de acuerdo.

Y así, la deportista de alto rendimiento fue a comprar. No sospecharon nada, o quizás el que atendía se hizo es loco, porque dinero es dinero.

—¿Listas? ¿Vamos?

—Vamos —asintieron, emprendiendo camino a la casa de la azabache.

***

Entre más le abría la puerta a desconocidos, más se daba cuenta del éxito de su fiesta.

Gente bailando en la sala, jugando cualquier estupidez con la intención de seguir tomando... Caras nuevas iban y venían.

Si bien en cierto punto se enojó bastante cuando un idiota que no conocía rompió una lámpara, sería mentira decir que no lo estaba pasando increíble.

Iba en la mitad de su segundo vaso cuando Hanni gritó su nombre desde el sillón.

—¡Miiiiiinjiiiiiiiii!~ —Minji volteó hacia la menor y la vio acostada a lo largo con una mano en la cabeza—. Minjiiiii, veeeeen.

La chica hizo caso y se acercó con una risita a su amiga.

—¿Qué te pasa, Pham? ¿Ya estás ebria? No son ni las doce.

—¡Cállate! —se recompuso y se sentó, mirándola de repente—. Quiero a Danielle —los propios ojos de Hanni se expandieron con sorpresa y tapó sus labios, negando haber dicho tal cosa.

Mona culia | Catnipz AUWhere stories live. Discover now