Espía Atrevido. I

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— “I'm just a woman after all, don't put I'm just a woman after all, don't put your blame of me.”

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Aurora había salido casi corriendo de su trabajo puesto que tenía poco tiempo para arreglarse, por suerte su trabajo quedaba a menos de diez minutos caminando. El problema era que la venían a buscar a la puerta de su casa para llevarla al bar. Apenas llegó fue a ducharse, y alistarse. Colocandose un vestido rojo vino, qué no tenía mangas, más bien era pegado al cuerpo ceñido a su figura, con un corte en el costado de su pierna. Llevaba unos tacones puestos qué resaltaban un poco más su estatura, no era tan baja pero le gustaba tener algo de altura. Se colocó un abrigo por encima, qué tenía un poco de peluche en el cuello. Arreglo su cabello en un peinado largo con hondas y un maquillaje casual. Resaltando su blanquecina piel.

— Muy bonita, si fuera yo, saldría contigo. Devora el escenario, los tienes en tus manos mujer. — Se hablaba consigo misma viéndose al espejo de su recamara, era bastante timida aunque no lo pareciera pero, cuando tenía que actuar debía tener nervios de acero. Un buen ejercicio, hablarte al espejo.

Cuando escuchó el timbre de la planta baja, tomo aire y se colocó un bolso, saliendo con cuidado del departamento. Siempre dicen que no hay que subirse al auto de desconocidos pero, ¿Y sí eso a veces no era del todo peligroso? Sí a veces... No tienes opción, aún teniendo el poder más grande del mundo debes obedecer por el bien de quienes amas. Por el bien de que no revelen tu identidad y ser buscada.

— Señorita Ángel, es un gusto verla nuevamente. La llevo al mismo lugar qué siempre. — Consultó aquel conductor.

— Sí por favor, James. — Agradeció, sentándose en el asiento de la limosina.

Le decían ángel por su voz, en realidad era un nombre anónimo qué usaba en el bar, así se ahorraba qué gente desconocida la buscará en las redes sociales. Por otro lado, le parecía divertido el apodo puesto que fue puesto por otra cosa en particular. El trayecto por suerte siempre era corto, el auto por suerte llegaba a tiempo. Agradeció al hombre, cual le saludo sacándose la gorra y yéndose de lugar. Tan pronto su tacón tocó el suelo, fue llevada a la parte del Interior de este. Era un bar común y corriente, pero con mesas e un telón frente donde hacían espectaculos de ya sabemos que, y canto.

— Que bueno verte Ángel, tenemos mucho por hacer, hay clientes de alta élite qué vinieron a verte. — Comenzó a decir Lindel tomándola del brazo de forma cortes. Este llevaba un traje de diseñador, el peli blanco parecía de un cuento. Si sólo supieran lo que este ser era capaz de hacer a veces, no lo pensarían de esa manera. — Vamos, linda. Tienes gente importante que quiere verte, ¿Recuerdas lo que te dije?

— ¿Entretener y robarles su dinero? — De forma sarcástica consulto, siendo llevada a su camarin. — Me lo imagine.

El hombre río, observando a la bella mujer retocar algunos de su cabellos como labial. Se apoyó detrás de ella, sacando de su bolsillo una navaja cual colocó con cuidado sobre el cuello de Aurora. Acercándose a su oído para susurrar.

— “Recuerda que aunque puedas destruirme, yo lo puedo hacer primero con un sólo corte. Tu vida me pertenece, tu voz me pertenece hasta que saldes tu cuenta conmigo. Te lo di todo aquí, tu techo, tu comida, tu fama en mi bar.”

— Que asco, no te has lavado los dientes. Sin embargo, lo sé, quítate de encima que me tiras tu aroma a “Príncipe.” — Ocultaba sus miedos con palabras, apartando con su dedo la navaja de su yugular. Por más bobo qué pareciera, no podía hacer mucho en un país donde posiblemente no sea alguien importante, y simplemente sería culpada.

A veces, no puedes luchar, simplemente ceder y dejar que las cosas sedan como deban ser.

— Muy bien, ve a dar el espectáculo. ¿Mientras más dinero? — Preguntó quitandole el abrigo con cuidado. Mientras ella subía por las escaleras a paso lento del telón, qué tenía un micrófono en medio de la tarima.

— Más ganancias y libertad.

— Exactamente, te estaré viendo desde abajo.

Aurora sólo podía suspirar, reteniendo el malestar en su estómago. Enseguida estuvo delante, las cortinas se abrieron mostrando una luz blanca casi cegadora. Delante suya habían varias mesas cuales hombres de traje, o ropa casual estaban sentados en mesas enumeradas. El telón tenía un pequeño pasillo, donde ella en ocasiones caminaba como pasarela. Sus ojos dieron con unos ojos rojos qué conocía bien, estando en una mesa cercana. Con la vista fija en ella, alzando una ceja con diversión y curiosidad por la repentina confusión de ella.

La música empezó a sonar, tenía que dar el show sí o sí. Internamente se dio una palmada en la cara, sin querer pasar vergüenza junto a un hombre que conocía bien, Migue O'hara.

Jesús, bendíceme este día con algo bueno por favor.

𝐃𝐎𝐋𝐋? Where stories live. Discover now