La cena de aniversario.

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Carmen tenía muchísimas virtudes; era una mujer inteligente, empática, tenaz...pero ser puntual nunca fue su fuerte. Luz estaba más que acostumbrada a ello, por eso bajó al portal de su casa más tarde de la hora acordada, y aún así se hizo esperar otros diez minutos. No le habría importado de no ser porque el frío de las noches de finales de octubre empezaba a hacer de las suyas y ni siquiera el abrigo beige de paño que le cubría hasta las rodillas lo podía apaciguar lo más mínimo. Escuchó el traqueteo lejano de unas ruedas rebotando en el firme desnivelado de adoquines y unos faros con forma afilada iluminaron la calle y la deslumbraron, pero suspiró aliviada al ver que el vehículo rojo que había frenado delante de ella era el suyo. Abrió la puerta y una corriente cálida se enredó en sus piernas semidesnudas, apenas cubiertas por la fina tela de las medias que dejaba pasar todo el aire. Esa tarde había decidido ponerse un vestido rojo de media manga, era su atuendo preferido para las ocasiones importantes. Sin embargo, los siete grados que marcaba la pantalla del navegador del coche de Carmen le hacían replantearse hasta porqué había decidido salir aquella noche. Cerró con celeridad y el sonido sordo de la puerta impactando con el marco con demasiada fuerza rebotó por todo el habitáculo.

—Perdón —musitó. Carmen meneó la cabeza quitándole importancia.

—Venga, ponte el cinturón deprisa, que el resto de las chicas ya estarán llegando y nosotras aún no hemos salido.

—¿Perdón? Tía, llevo esperándote media hora. Llegas a tardar un poco más y me encuentras como Walt Disney.

—Eso estaría perfecto, así si me falta hielo siempre puedo usar uno de tus dedos. —Luz la miró entre horrorizada y asqueada por haber visualizado esa imagen—. Venga, no te enfades y dame un beso, que estoy de broma.

—No esperaba menos, es que si me dices lo contrario me bajo en marcha si hace falta.

Carmen dejó un sonoro beso en su mejilla y Luz hizo un mohín y cruzó los brazos contra su pecho fingiendo desacuerdo. Carmen la miró divertida mientras limpiaba su pómulo, seguramente del pintalabios rojo que había dejado esparcido con ese gesto.

—¿Vamos directas allí?

—Tenemos que recoger a Clara primero y ya salimos.

—¿Queda muy lejos?

—Que va, a media hora. No se si lo sabes pero todas las Cenas de Aniversario las hemos hecho en el mismo sitio porque fue allí donde surgió todo.

—Algo me había comentado Ainhoa —dijo despreocupada. La verdad era que le había contado toda la historia de aquel homenaje. No recordaba si fue en uno de sus múltiples descansos juntas en la sala de profesores, en uno de tantos cafés que acababan en cenas o en alguna de varias tardes de sábado de peli y manta.

Al parecer, al poco de venir Ainhoa de Manhattan, cenó con Carmen en el restaurante Le París y allí, entre plato y plato, salió la idea de crear el Vera Culinary Center, que empezó a funcionar al año siguiente. Desde entonces cada 28 de octubre organizan una fiesta en ese mismo lugar para celebrar el nacimiento de la escuela con todo el equipo de profesores que trabajan en ella. Aunque Luz sabía que aquello era una excusa, si había algo que se le daba mejor que dar clase a aquellas personas era montar fiestas.

El viaje fue corto y ameno. Clara era una persona ingeniosa y siempre tenía un comentario divertido a mano, por eso cuando se juntaba con Carmen el dúo era sencillamente insuperable.

El restaurante era moderno pero no se veía ostentoso. La fachada, en ladrillo visto, estaba decorada con el nombre del lugar, en acero negro, clavado en ella. Unos faroles eléctricos a ambos lados de la puerta daban la bienvenida a la clientela. Todo el interior tenía el mismo motivo decorativo que el exterior y los muebles de madera le daban un aspecto rústico al lugar.

Maridaje (Luznhoa AU)Where stories live. Discover now