Capítulo cuatro: Progreso

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Al día siguiente, compartí la noticia con Lindsay.
— ¡Qué bien, Kat! Te lo mereces. — Comentó, aunque logré atisbar tristeza en sus preciosos ojos avellana.
— Eh, Linds, siempre serás mi mejor y más pesada amiga. — Dije, robándole una pequeña sonrisa.
— Sí, sí, tienes razón. Bueno, vamos a hablar de algo más importante. ¿Quién es ese guaperas y por qué habla con tu replica? — Interrogó, señalando el pequeño pasillo que conectaba el laboratorio y el aula 113, donde se encontraban mi hermana y su acompañante.
— Dean. Dean Forester. — Contesté mientras observaba la conversación entre ambos. — Se gustan. Me gustan. Les veo futuro.

Tras las clases, mamá nos comentó el trato al que había llevado con los abuelos, Emily y Richard Gilmore. A partir de ahora, iremos los viernes a cenar con ellos. Según mamá, solo podíamos saltarnos la cena si delirábamos y, aún así, nunca nos perdonaría. A cambio, ellos le pagarían la matrícula a una de las dos, pues mamá solo podía permitirse una de ellas.
Feliz, cogí a Rory de la mano y la secuestré en mi cuarto.
— ¿Tienes todo listo? — Le pregunté.— Yo no sé qué libro llevarme. Qué ves mejor para un primer día, ¿Orgullo y Prejuicio o El Gran Gatsby?
— Orgullo y Prejuicio. Te dará un aire interesante. — Respondió mi clon. —
Por cierto, ¿recuerdas a Dean? El del café.
— Tras un asentimiento, continúo. — Pues estamos saliendo.
En cuanto sus palabras tomaron sentido,
salté de emoción, abrazando a Rory mientras repetía:
— ¡Rory! Ahora tendré que tirar el test lésbico que había comprado. — Cuando Rory me taladró con la mirada, dije — ¿Qué quieres? No me mires así. Nunca viene mal zanjar dudas.
Mientras Rory se abalanzaba sobre mí, la mismísima Lorelai entró en la habitación, dejando tras ella un aura triste y sin vida.
— Mamá, seguimos viviendo aquí. No estamos en la Universidad. — Le dije, adelantándome a lo que venía.
— ¿No tenéis corazón, pequeñas Lorelais? Me duele. Me desgarra el pecho. ¡Ay! — Dramatizó mientras se ganaba una mirada burlona de ambas. — Chicas, habéis salido de mí,
de mi precioso útero. Llevé al médico a Katerina cuando su primera palabra fue "libro" y cuando Rory se comió las páginas del libro de historia porque no quería olvidarse de su contenido. Os he visto graduaros de la escuela, entrar en el instituto. Esto ha tocado mi corazón de café, ¿vale?
Me abalancé sobre mamá antes de que comenzase a llorar, diciendo que su corazón de café seguía intacto y que siempre la querríamos.

Horas después, las tres nos dormimos en la cama de Rory, apretujadas, pensando en cómo pasar la página del libro sin que escociera.

Las Triples Gilmore (Tristan Dugray)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora