Capítulo 8: La pre-fiesta

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Narra Katerina

Me encontraba en mi cuarto, observando mi reflejo mientras me probaba el vestido azul que mi abuela me había enviado para mi fiesta de cumpleaños. Como no, era un vestido recatado y adulterado.
– Cariño... estás preciosa – comentó mi madre mientras tomaba lugar en mi cama.
– No mientas.
– Pareces la abuela – admitió.
– Mamá, quiero asesinar a Rory — dije tras tomar asiento junto a ella.
– Lo sé. — Mamá me miró fijamente antes de añadir —: Pero no lo harás.
– Poco me falta – susurré.
– Hola. ¿Podemos hablar? – Rory entró en mi cuarto y me miró estupefacta. – ¡Es más bonito que el mío!
Una sonrisa siniestra se apoderó de mis labios.
– Eso te pasa por... – No terminé la frase, pues mamá me interrumpió.
– La fiesta se hará. No vale la pena que os sigáis odiando.
Mamá abandonó la sala antes de poder responder. Mi hermana se sentó en junto a mí, penetrando sus hermosos ojos azules en los míos.
– Lo siento – dijo con sinceridad —. La abuela me empezó a insistir y me resultó imposible decir que no.
Cuando la última palabra salió de la boca de mi hermana, me permití pensar. La abuela era muy...vamos a decir insistente. Rory tiene un problema con decir que no, así que, en el fondo, recalco, muy en el fondo, la comprendí.
– Tranquila. Ahora, venga, enséñame ese horrendo vestido.

[...]

Hoy era el día de la maldita fiesta. Hoy cumplíamos 17 años y el corazón amenazaba con salir de mi pecho.
– Vendrán familias muy importantes, chicas. De hecho, hay varios de ellos que quieren presentaros a sus hijos — comentó mi abuela, mirando con atención nuestras reacciones.

Esta mañana, al entrar al colegio, la abuela apareció con un pomposo ramo de amapolas que, sin duda, cogía más hueco en el coche que nosotras. Todos los estudiantes nos miraron entre la burla y el respeto. Giré mi cabeza y logré ver a Tristan en un pequeño rincón del jardín, mirándonos con algo parecido... ¿a la compasión? Volviendo al caso, mi abuela estaba explicándonos cómo sería la fiesta.
– ¿Perdona? – interrogué. Había aceptado la fiesta, pero no iba a permitir que utilizase mi cumpleaños para buscarme marido.
– No pasa nada, Rory. Son familias respetables, jamás os presentaría a personas... a personas simples.
– Rory soy yo – murmuraron a mi derecha.
– ¡Venga, a clase! – exclamó. — Estoy deseando la fiesta, gemelas.
Cuando mi abuela ya estaba a largos metros, mi hermana se cubrió la cara con las manos y, entre saltitos, maldeció a todas las divinidades existentes.
– Te has olvidado de Magdalena.
Rory cerró sus ojos antes de gruñir.

...

– ¿Tienes acompañante para la fiesta, Gilmore?
Tristan estaba junto a mi taquilla. Mejor dicho, estaba encima de ella, acaparando todo mi espacio.
– Aparta.
– Jamás.
– Tristan...
– Responde, Katerina.
Era la primera vez que le oía decir mi nombre de forma clara. Joder, que bien sonaba mi nombre en sus labios. Zarandeé la cabeza como si así pudiese borrar mis pensamientos.
– No, no tengo.
El chico pareció dudar un momento; no obstante, zarandeó su cabeza como si intentase borrar algún pensamiento.
– De acuerdo.
– Quiero abrir mi taquilla.
Tristan el buenorro Dugray se apartó con cuidado de no darme y me miró a los ojos.
– Buscate una pareja con la que ir – aconsejó.
– ¿Y eso por qué, si puede saberse?
– Conozco este tipo de fiestas. Es el momento perfecto para presentaros en sociedad y organizar vuestro futuro. Confía en mí, pecas.
– ¿Acabas... me acabas de llamar pecas, D ugray? – dije estupefacta. Solo tenía 5 pecas en mi nariz. Y estaba segura de que, si no te fijabas bien, ni siquiera se percibían. Solo alguien que se ha fijado exhaustivamente en mí lo sabría. Ignoré lo que es pensamiento provocó en mí.
Una sonrisa burlona apareció en sus labios.
– Hazme caso – espetó antes de irse.

Las recientes palabras de Tristan hicieron eco en mis pensamientos. Además, intenté no pensar en sus ojos. Ni en su forma de mirarme. Joder, si en realidad lo odiaba.
– Eh, Kate.
Cuando me giré, encontré los ojos de mi hermana mirándome con perspicacia.
– ¿Qué opinas si me llevo a Dean como acompañante? Así la abuela me dejará en paz.
– Creo... puede ser buena idea, pero ¿estás lista para sus críticas?
– Jamás lo estaré.

🧚‍♀️

Mamá recogió mi pelo negro en un moño del que salían algunos mechones rizados.
– Estás preciosa, hija – murmuró cuando terminó.
– Gracias por todo, mamá.
Me levanté y me dirigí hacía el espejo. Estaba... bastante guapa la verdad. El vestido, a pesar de no ser de mi estilo, combinaba con mis ojos, quienes me devolvieron la mirada sorprendidos. El maquillaje era sencillo; rímel, colorete, corrector y poco más. Mi pelo azabache estaba recogido en el precioso moño que mamá tardó tanto en hacer. A pesar de odiar la situación, me gustó la sensación de poderío que se alojó en mi pecho.
— Tu hermana ya está lista.
Rory bajó las escaleras y me dejó sin habla. Estaba jodidamente preciosa. A pesar de lo feo que era su vestido, le quedaba realmente bien. Llevaba el pelo sujeto en la parte superior y el resto del mismo estaba lacio. El maquillaje también era sencillo.
— Dios. Mío — dijo alguien detrás de mí.
Vi a Dean en la puerta, con un traje chaqueta y los ojos brillando. Mamá me dedicó una mirada que mostraba que era urgente que nos fuésemos.
— Os esperamos en el coche.
Dean me felicitó y fue hacia mi hermana. Miré atrás antes de irme y el corazón me latió como loca al pensar que algún día alguien me querría de verdad.

¡Espero que os guste! Intentaré escribir más a menudo ¡lo prometo!

Las Triples Gilmore (Tristan Dugray)Where stories live. Discover now