Capítulo cinco: Chilton

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Mamá fue la primera en levantarse, dejando tras ella una retahíla de improperios por madrugar. Minutos más tarde, cuando mamá ya se había tomado su primer café, nos despertó a ambas.

Cuando abrí mis ojos, la gran sonrisa de mi madre me nubló la vista.
–¡Pequeñas Lorelais! ¡Abrid mis preciosos ojos! – Exclamó mamá.

Media hora después, ya estábamos listas. Rory estaba especialmente preciosa con el uniforme de Chilton. Tanto la falda de cuadros como la americana azul combinaban con sus ojos, además de su pelo negro lacio.
– Kate, estás... vaya. Estás preciosa, hermana. – Comentó Rory, observando mi vestimenta y las trenzas que se atisbaban en mi pelo.
– Te digo lo mismo, Ror. Estás brillante. – Le dije. – ¿Lista para triunfar?
– Más que lista. – Me respondió.

Mientras nos bebíamos nuestro café rutinario en Luke's, el propietario salió apresurado de la cocina dirigiéndose a nosotras.
– Oh. Dios. Mío. – Comentó sorprendido. – Estáis preciosas, chicas.
– Sí, realmente lo están. – Dijo mamá, observándonos con orgullo.
Cuando Luke alzó la mirada y se encontró con mamá, sus ojos nos mostraron lo feliz que le hacía ver a la Lorelai original. Ésta llevaba unos tejanos cortos, combinados con una camiseta de manga corta atigrada rosa. Llevaba una cola baja y no llevaba apenas maquillaje, solo colorete y gloss. Aunque no lo expresó con palabras, mi gemela y yo sabíamos lo enamorado que estaba de mamá, aunque ésta negará rotundamente dichos sentimientos.

Cuando nos bajamos de la camioneta, mamá y yo nos sorprendimos por la amplitud de la escuela.
– Impresionante. Lo sé. – Dijo Rory, sonrojada de felicidad.
– Venga vamos, tenemos que hablar con el director. – Dije, aunque mamá se giró bruscamente, provocándome un sobresalto.
– Eh, eh. ¿Cómo estoy? – Dijo. – Olerme. Corred. – Rápidamente, acudí a sus axilas, impregnando mi fosa nasal con un llamativo aroma a margarita.
Antes de poder responder, mamá comenzó a hablar con un hombre, el cual comentó algo de su hija y que le diría que nos saludará.

Tras lograr que mamá volviese a sí, nos dirigimos al despacho del director, de donde salió ¿la abuela?, contenta y feliz.
— Oh, venga ya, mamá. ¿Qué repampanos haces aquí? — Dijo, notablemente cabreada.
— Encargarme de la educación de las chicas, por supuesto. — Respondió la abuela.
— Eh, mamá... — Comencé a decir, aunque una voz grave me interrumpió.
— Señoritas Gilmore, soy Hanlin Charleston, el director de Chilton. — Dijo, mirando a todas las Gilmore. — Si os parece bien, me gustaría hablar con vosotras, chicas. — Tras un asentimiento, continúo. — Primero entrará Katerina. — Dijo, sonriente, mientras agarraba a Rory y la llevaba hacia el despacho.
— ¡Director Charleston! — Se paró, invitándome a continuar. — Yo soy Katerina. — Dije, ganándome una mirada avergonzada del hombre.
— Oh, sí, claro. Creía que sabría diferenciarlas gracias a las fotos que su abuela me ha enseñado. Lo siento. — Lamentó, soltando a Rory y señalándome el despacho con una breve mirada.

Tras dejar a mi hermana como mediadora del conflicto, me dirigí a la silla que estaba enfrente del director.
— Bueno, Katerina Gilmore. Cuéntame. ¿Por qué Chilton? — Interrogó, mirándome curioso.
— Desde pequeña, he tenido muy claro mi futuro. Pretendo ir a la universidad de Yale y estudiar la carrera de Periodismo, y para ello, me es necesario acudir al mejor colegio del estado. Espero ser una alumna excelente en Chilton y dejar mi huella aquí. — Dije, quedándome sin aliento.
El director ojeó los papeles que tenía sobre el escritorio antes de hablar:
— Por lo que veo, eres una alumna excelente. Media de sobresaliente y matrícula de honor en Latín, Lengua e Historia. — Tras un asentimiento por su parte, continuó. — Sin embargo, esta escuela tiene una instrucción más estricta y avanzada, para la cual es necesario implicarse para sacar adelante. Teniendo en cuenta que habéis entrado a mediados del curso...
— Lo sé, señor. Hemos entrado tarde, pero eso solo nos animará a esforzarnos más. Somos unas chicas trabajadoras y responsables, con las ideas claras. Eso no será un problema. — Prometí.
— Está bien. — Afirmó, mientras volvía a mirar sus papeles (¿Qué mierdas tenía ahí?) — Sigue contándome, Katerina. ¿Por qué la carrera de Periodismo? — Preguntó.
— Siempre me ha gustado informar y hacerle ver al mundo la realidad. Odio la ignorancia y lo que ésta le provoca a la gente. Me gusta redactar y expresar mis sentimientos en palabras. Periodismo es... es impresionante. Tiene el poder de salvar a millones de personas, siempre y cuando no sea contado por un punto de vista erróneo. — Expliqué.
— Así que... ¿quieres estudiar dicha carrera para ayudar a las personas? – Dijo extrañado.
— Eh, sí. – Comenté insegura.
— De acuerdo, eso es todo. Tengo un buen presentimiento con usted, señorita Gilmore. – Comentó el director, ilusionado.

Las Triples Gilmore (Tristan Dugray)Where stories live. Discover now