Prólogo

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Soñaba con los ojos abiertos.

La luz de la luna llena iluminaba el lugar y brillaba en el cielo, acompañada por estrellas. Sus manos lo desobedecían al igual que sus piernas mientras que los ojos eran los únicos que le hacían caso.

No lo entendía.

Las orejas también le hacían caso, le decían que había ruido. Junto con la nariz le decían que el lugar era cubierto en llamas. El humo se hacía presente mientras las piernas lo hacían caminar hacia adelante. No sabía su destino, ni tampoco porqué estaba ahí.

Caminaba y sus ojos miraban al suelo. Pedían ayuda, pero él no les respondía, solo caminaba. Estaba rodeado, personas de pie, personas tiradas. Nadie las ayudaba, ellos caminaban junto con él. Tenían miedo, quería ayudar esas personas pero lo rechazaban.

No lo entendía.

Escuchaba palabras, un hombre le hablaba. Le respondía, pero no quería decirle esas cosas, pero a la vez sí. El hombre asentía y se iba, y las personas no pedían más ayuda.

Quería despertarsse, querías salir de ese sueño y terminar esa pesadilla. No podía. Quería caminar e irse pero las piernas no le obedecían. Quería cerrare los ojos para no ver nada de lo que ocurría, pero no podía.

Caminaba más y más. Tomó unas escaleras de madera y subía. Abrió la puerta, más personas ahí. Tenían miedo, quería ser ayudadas pero nadie lo hacía. «Por favor basta», suplicaba pero nade lo escuchaba.

CAminó más todavía y se encotró delante de una puerta. Era blanca con un nombre escrito, el nombre que buscaba, pero, ¿por qué?

No lo entendía.

Abrió la puerta, detrás había tres hombres: El hombre con el nombre y dos más. Estaban de rodillas con las manos arriba, estaban asustados, menos el hombre con nombre. Él no tenía miedo, era valiente.

Otros hombres los rodearon, él seguía delante de ellos. Al fin hablaron, le dijeron palabras, pero no las escuchaba, ni tampoco el brazo. «¡Por favor no!», rezaba. La mano apretaba, y los hombres caían, menos el hombre de nombre. Él seguía despierto, esperando. «¡Basta!», gritaba, pero con la mano apretó otra vez, y el hombre cayó. La sanger se movía por el suelo, y el mundo lo miraba. Giró la cabeza para ver la cámara, lo apuntaba, y él también apunto y disparó.

No había ruido, solo silencio. No había personas, solo él. No había sueño, solo pesadilla.

No lo entendía.

Resident Evil - La CaceríaWhere stories live. Discover now