⸙Capítulo 58 ⸙ - Sangre fresca

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La paciencia de Yoko se terminó tan pronto como Jennifer mostró sus dientes en una divertida sonrisa.

¡Yoko, basta!— ordenó Marilyn.

Pero antes de que el puño de la Beta pudiese volver a tocar a la mujer; una fuerza la arrojó contra el extremo opuesto, golpeando su cabeza en seco con la pared de piedra. Marilyn miró aterrada hacia Keana, quién había lanzado el hechizo sin medir su fuerza.

—Les encanta meterse en problemas— sonrió Jennifer.

Yoko parecía estar inconsciente, y Keana se acercó con temor hasta ella para asegurarse de que estaba respirando. A sus espaldas podía escuchar a Marilyn alejarse corriendo de la celda, pero sus ojos no podían apartarse de la pálida en el suelo. En cambio los párpados de la Beta se abrieron en un segundo de un color dorado cobrizo, resplandeciendo con furia. La Bruja jamás la había visto así.

—Yoko, yo enserio lo...

Pero había sido tan rápida, el sonido de huesos dispersándose, tejidos rompiéndose, su rostro se transformó, afilándose en un alargado hocico con filosos colmillos que amenazaban con cortarla en pedazos. De pronto ya no veía a la chica hacia abajo. Yoko era un lobo enorme de un pelaje negro, toda ella se erguía casi como una montaña mirándola desde arriba. Cada músculo se tensaba lista para atacar, tan majestuosa, tomando esporádicas respiraciones, y bufando intimidante.

—¿Te había dicho que me encanta tu cabello?— le preguntó tragando con fuerza, echando su cabeza ligeramente hacia atrás.

La enorme Beta vociferó un último gruñido antes de lanzarse sobre la Bruja, quién con un grito sordo cayó al suelo con el enorme lobo sobre ella cómo un peso muerto, impidiendo mover su torso y piernas.

Aún así ambas mantenían el contacto visual.

—Bien, ya estamos a mano. Ahora quítate de encima.

Pero Yoko no parecía escucharla, su garganta se cerró con miedo cuando el Licántropo lanzó la mordida directo a su rostro, el cuál protegió usando su magia. Colocó ambas manos, sin necesidad de tocar a la Beta, retirando su hocico con toda la fuerza que su cuerpo le permitía, y Yoko arremetiendo en su contra con la misma intensidad. Un dolor desgarrador atravesó su brazo izquierdo, como una corriente de fuego surcando desde su hombro hasta el antebrazo. Yoko le había clavado las garras.

—¡Yoko!— escuchó la voz de la Alpha, y en ese instante la Beta se apartó.

Keana al fin se relajó en el suelo, sujetando su brazo lastimado con un quejido. Marilyn acudió a ella de inmediato, al parecer había sido ella quién fue en busca de Enid.

La Alpha se mantenía de pie, con tres guardias detrás suyo.

—Esto es el mejor entretenimiento que me han brindado desde que me encerraron— siguió Jennifer.

Enid pasó de mirar a Yoko, a mirar a Marilyn y Keana.

—Tengo a dos guardias inconscientes afuera con heridas de primer grado, a dos Brujas en los calabozos con la prisionera más peligrosa, y una disputa con la Beta segunda al mando de mi manada. Más vale que tengan una buena excusa para no ser desterradas ahora mismo de mi territorio por traición.

Nadie parecía dispuesta en ser la primera en hablar. A cambio, Marilyn miraba suplicante a Yoko. Una petición silenciosa oculta en sus facciones.

Por favor...

Pero fue en vano.

La Beta regresó a su anatomía principal, replegando su pelaje, normalizando su respiración.

⸙ LUNA ⸙  WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora