⸙ Epílogo ⸙

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A su tierna edad Enid y Matthew Sinclair solían ser la clase de primos inseparables que se frecuentaban uno al otro sin importar las circunstancias. Enid era bienvenida en el territorio de su tío Alexander tanto como Matt en el de Max.

Era sencillo congeniar con alguien con quien compartes tantas responsabilidades en común. Alguien en quien confiar, y sobre todo jugar. Jugar mucho. Incluso cuando el tío Alex no prestaba atención a ninguno de los dos. Era tan divertido salir a los límites del territorio y ver cosas fuera de lo ordinario, nuevos aromas, distintos animales, el follaje y sobre todo la cantidad de árboles que parecían tocar las nubes desde su altura. Tenía la vaga idea de poder trepar uno de ellos hasta la cima, pero su padre se molestaría porque eso no era cosa de lobos.

Este día sería distinto de otros, debido a su corta edad su olfato estaba pobremente desarrollado, por ello debían agilizar el proceso como buenos prodigios de Alphas.

Se encontraban en territorio de su tío quien no escatimó molestia alguna en dejarlos salir a jugar porque, al parecer, recibiría una visita de negocios muy importante. Últimamente esa secreta "visita" se pasaba por su manada por lo menos una vez al mes, y el auto del susodicho se quedaba fuera del territorio.

Enid no lo entendía, tampoco es que le interesara mucho. Pero había algo diferente en el olor de ese sujeto. A pesar de su escasa experiencia, sabía diferenciar que el aroma era distinto a todos en las manadas, era algo nuevo. Matt no se mordía la lengua para inventar que era un brujo, o un vampiro que venía a cazarlos. O cazarla sólo a ella por ser la única Alpha; aunque sabía que sólo lo decía para asustarla, Enid sentía que la curiosidad le picaba con una constante molestia.

Se alejaron lo más posible del centro del territorio, Matthew estaba escondido en alguna parte del bosque, ya había transcurrido demasiado tiempo en el que Enid trataba de encontrarlo por medio de su olfato. Alzó la mirada hacia los árboles, escudriñando a través de cada rama y hoja, las cuales causaban que hubiese escasa luz. Cerca del límite se encontraba el tronco de un árbol derribado y viejo, no dudó en subir en él para tener una mejor vista del panorama. Los pájaros cantaban, y sus gorjeos se enredaban entre sí con el viento soplando bajo y lento. Pero la última corriente de aire estremeció el pequeño cuerpo de Enid, sacudiendo su cabello y llenándola de una sensación extraña.

Que olor más delicioso, entraba por su nariz y la llenaba de felicidad en su corazón.

Era un aroma tan fresco como la tierra mojada, tan dulce como las fresas y suave como los pétalos. Se deslizaba por su pecho causando algo indescriptible.

Guiándose por esa sensación comenzó a andar entre los árboles, olvidándose por completo del juego con su primo. Los rayos del sol se alineaban frente a ella, parecía todo tan mágico durante la travesía. Ella quería, necesitaba saber de dónde venía el olor. Sus piernas automáticamente se detuvieron cuando percibió la fina línea en la que el territorio de su tío terminaba, y justo al frente de ella cerca del camino de grava; había un auto.

"Es el auto del brujo" podía escuchar la vocecilla de su primo susurrarle en advertencia "Se comerá tus entrañas y drenará tu sangre para hacer pociones"

Pero si de algo sabía Enid al ser precisamente una Alpha, era que ella misma imponía las reglas, ella era autoridad y nadie podría hacerle frente. Crecería para estar por encima. Y sí algo recordaba de las lecciones de su padre era que cada una de sus decisiones, cada movimiento, cada orden saliente de ella como Alpha de la manada debía ser metódica y responsable.

Con un ligero impulso se atrevió a caminar en dirección del auto, así mismo el aroma se intensificaba. Acercándose a la puerta donde la única ventanilla estaba entre abierta: el copiloto. Se sentía nerviosa, temblando como una hoja ante la incertidumbre de lo que podría haber dentro, pero una vez su vista se acopló a la poca luz del interior logró enfocar a una niña de cabello oscuro sujeto en dos trenzas, de piel blanquecina que lo contrastaba, vistiendo ropa extraña que jamás había visto. No podía comprenderlo, ¿Por qué olía así? ¿Por qué no podía quitarle la vista de encima? Era bastante obvio que la desconocida tarde o temprano la notaria, babeando junto al auto. Pero es que esos ojos la hacían sentir de una forma extraña. Ese negro era reconfortante.

⸙ LUNA ⸙  WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora