Subcapítulo: Un destello

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El viento roza el pastizal en el parque de los árboles Tetra que están a punto de florecer. Lo increíble, este año, es que son de todos los colores que imagines.

-¡Por aquí! –indica Marco al conductor con las piezas de las carpas de los puestos.

-Está demasiado empinado.

-Demasiado cargado yo diría –observa Alan.

-Que mal que no nos dejan conducir –comenta Rick.

-Sabes que es por seguridad.

-¡Písele! –gritan ambos.

El conductor con apenas un año de experiencia pisa a fondo.
Por su parte, Marco por detrás da un empujoncito con el pie logrando que suba la colina.

-¡Por fin!

-¡Cuidado de bajada!

El vehículo se desliza por la empinada.

Anina inspecciona junto con Daisy.

-Bien. Ya quedó este de juegos.

-¡Cuidado!

Todos corren pero Daisy tropieza con la caja de herramientas.
Blaze lo detiene. Lo levanta y coloca con cuidado en una zona libre. Se retira.

-Ya se fue –dicen decepcionados varios. Querían tomarse fotos.

-Que bueno que están bien –llega Marco. Entonces, también Luis.

-Sí, gracias –dice Daisy.

-Ok. Hay que tener más cuidado. Ahora terminaremos de instalar... –una gota cae en su lista de tareas.

Cúmulos grises cubren el cielo de la tarde del sábado de otoño. Poco a poco caen más.

-¡Todos! ¡Guarden y cubran con lonas el equipo y busquen refugio!

Los jóvenes de aquí para allá.
Luis logra junto con otros guardar el equipo de sonido.
Daisy corre con Dayana y Alan con una de las lonas cubriendo el remolque.

Terminan justo cuando se intensificó. Debajo de la lluvia huyen de regreso a la ciudad.

-¡Vamos! –Marco se quita la chaqueta y se pone al lado de Anina para cubrirla –Aunque esto es divertido, ¿no?

-Es verdad.

Juntos corren entre carcajadas.

Llegan a refugiarse a un edificio y otros más los alcanzan. Los demás se quedaron en tiendas o negocios cercanos.

-Alteza –se aproxima un señor gordo con su cabello morado bien peinado –Es un placer tenerla aquí. Tenga. Puede usar los baños si lo desea –ofrece en lo que les entrega dos toallas.

-Gracias. Si puede ¿podría darles a los demás también?

-Claro.

De inmediato, de inmediato a todos les dan toallas y ropa seca.

Anina se aproxima a la puerta viendo las gotas golpear el cristal.

-Sabes –aparece su amigo –no pensé que llovería. Creí que el reino de las nubes controla el clima.

-No. Solo lo regula y evita catástrofes. La naturaleza sigue su curso. Hay que entender que nosotros no somos los dueños del universo. Todo tiene su curso.

-Es cierto. Querer tener el control después trae consecuencias graves.

Se queda a su lado. Observa el cabellos mojado y despeinado que le daban un toque encantador.
Hipnotizado por unos ojos resplandecientes que admira la belleza de un escenario lluvioso. Gotas de agua que caen en las hojas y los tejados. Formando riachuelos que recorren la tierra y el concreto. Un destello surge de ellos.

-¿Pasa algo? –lo mira directamente.

-No, nada. Me preguntó... ¿Dónde estarán Luis y Daisy?

***

-¿Segura que estás bien?

-Sí, no fue nada.

-¿Nada? Te caíste de boca y estás llena de lodo.

Se va y regresa con una toalla y ropa.

-Ten. Dicen que puedes bañarte –saca un pañuelo y limpia sus ojos –Listo. Vamos, ves.

-Gracias.

Toma la ropa. Su corazón late a mil. ¿Por qué? Una vez lista, sale y lo ve ahí esperándola. De pronto, de nuevo en el interior de su pecho los golpeteos se intensifican retumbando en sus oídos.

-¿Estás mejor?

-Sí, gracias.

-La lluvia ya se va calmando. Anina y Marco están en el siguiente edificio.

-Bien.

En cuanto la lluvia se apaciguó, Anina los envío a todos a casa. Esperando no se enfermaran.

-Fue una situación inesperada pero todos están bien que es lo importante.

El grupo de amigos camina directo a la casa.

-¿Continuaremos mañana? –pregunta Luis.

-Sí, claro. Esperemos no llueva de nuevo.

Continúan entre risas.

Starlight IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora