Capítulo 12: Los rumores

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El sol duerme en los confines del océano. Anina observa desde el tejado mientras el viento vespertino con un aire frío mueve su cabello. Ajusta su bufanda.

¿Qué haré? Mañana partimos de visita al reino del verano. Estos rumores han creado un ambiente incómodo entre nosotros. Ojalá pudiera hacer que lo olvidarán. Se imaginan poder cambiarlo cuando te equivocas y hacer como si nada pasará. La realidad es que tienes que vivir con tu pasado mirando al futuro. Sí, eso. Seguir adelante.

Flota hasta el balcón de su habitación cayendo con lentitud. Cierra tras de sí las ventanas corriendo las cortinas blancas con espirales brillantes.
Dobla la bufanda y acomoda sus botas a un lado recostandose en el diván.

-Anina, ¿estás...? Oh, te buscaba.

-Pasa, Daisy.

Toma asiento en la silla amueblada de al lado.

-¿Lista?

-Claro.

-No lo pareces.

-Me preocupa... Que saquen de nuevo el tema.

-Es probable... –admite uniendo las manos entre las rodillas.

-Cambiemos la charla. ¿Le piensas decir?

-No, no creo que ahora.

-Iremos a un lugar soleado. Sería como tu amor de verano.

-¿En invierno? Que loco, ¿no?

No pueden evitar reír a carcajadas. Yocko aparece corriendo por la habitación. Sube al diván y ella lo acaricia.

-Me gusta aquí. Menos frío.

-¡Habló!

***

El sol radiante, la arena amarilla brillante y el extenso mar cristalino. Los cangrejos caminan de regreso a lo azul mientras niños recolectan conchas y corales.

-¿Por qué venimos al verano cuando es invierno? –cuestiona Marco en tono bromista.

Yocko baja del vehículo de un salto corriendo hacia el mar. Luis lo agarra.

-Quiero nadar.

-No estás listo.

-Pero...

-La profesora dice que aún no estás listo. Todavía no desarrollas bien tus habilidades acuáticas –le explica Daisy.

El príncipe Félix aparece.

-Gracias por venir. Espero tengan una buena estancia.

Les muestra un lugar donde nadie los molestará. Ya que al llegar, una multitud se reunió con cámaras por lo que tuvieron que subir al vehículo para evadirla.

-Es tranquilo y una buena brisa levanta las olas. ¿Qué tal? Y, –van entre los árboles. Una casa de madera de dos pisos con terraza y un invernadero –Pueden quedarse aquí.

Desempacan. Anina ve al príncipe dirigirse a la puerta.

-Espere.

-Sí, alteza.

-Quiero hablar sobre el diamante.

-Por supuesto. Comprendo el peligro de los recolectores. También sé que los ha estado reuniendo y tiene varios. Pero, respetuosamente, princesa, no creo que sea buena idea que tenga todos usted. Déjeme tener el de este reino.

-Comprendo. Está bien –asiente sin saber que más responder.

-Claro, todavía lo estoy buscando. Pero, si hace falta se lo entregaré.

Starlight IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora