Con todos menos conmigo

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— ¿No piensas hablarle o qué mamada, Memo?

Andrés se acercó molestando al rizado mientras amarraba las cuerdas de sus botines.

— ¿Para qué?.— Fingió desinterés tratando de sonar casual.

— No te hagas, bien que te gusta. No me haces pendejo, ya vi cómo te le quedaste viendo.— Guillermo lo miró con cara de pocos amigos.

— Además, en la fiesta hasta te lo querías comer ¿Qué no?.— Le dedicó una sonrisa burlona y se fue corriendo con los demás.

Andrés tiene razón, le gusta, se muere por conocerlo más y poder por fin besarlo. La cuestión es que no encuentra la forma de hablarle, los nervios le ganan porque no es como esa noche, con un litro de aguas locas recorriendo sus venas dispuesto a hablarle de cualquier cosa.

Cuando se armó de valor por primera vez en el día se acercó, iba caminando bajo la intensa mirada del argentino. Le sonrió, confiado en iniciar su cortejo.

A escasos pasos de su objetivo, Edson se interpuso casi aventándolo. Se llevó a Lionel mientras le contaba cosas sin sentido, Guillermo rodó los ojos cansado.

Así fue todo el día, nadie quería estar lejos de Lionel, buscan cualquier motivo para estar a su lado y eso le está enojando. ¿Siente celos? Imposible, es muy raro.

— Hola, Lionel. Jugaste bien.— Se acercó al argentino, ahora se encuentra solo, sentado en el pasto tomando agua.

— Ya sé, gracias.— Se empinó de nueva cuenta la botella y volteó a otra parte.

Eso dejó atónito al rizado. ¿Acaso lo está rechazando? No supo que más decir, lo puso nervioso e inseguro, pero no está en sus planes rendirse.

— Escucha... El sábado la pasé bien contigo y..

— Igual la pasé muy bien.—Interrumpiendo sus palabras no lo dejó continuar. — Al rato hablamos.

Guillermo asintió, estiró su brazo para ayudarle a que se ponga de pie pero justo llegó Hirving a hacer lo mismo, el argentino tomó su mano de forma rápida y se levantó riendo con su amigo mientras se alejan.

Nunca le había ocurrido algo como esto, de plano ahora se encontraba bajando de su nube, no, cayendo de su nube.
Tenía la seguridad de que cualquiera podía estar a sus pies, y pues, así era hasta que llegó ese pequeño argentino.

No se queja, la verdad es que le podría tolerar todo, aunque golpea su ego y se siente pisoteado, las burlas de sus amigos no ayudan en nada.

Ahora se encuentran todos descansando en las gradas de la cancha, bromeando y platicando. Pudo notar que Rafa, uno de sus no muy amigos se encuentra muy meloso con el argentino, cosa que lo hizo enfurecer.

Entre la plática no podía apartar su mirada de esos dos, si las miradas mataran la suya atravesaría lentamente las entrañas de Rafael hasta borrarlo del mapa.

Lionel se hacía notar feliz y cómodo a su lado, riendo de cada cosa que decían y recibiendo gustoso los besos que el más alto depositaba en su frente o cabello, aunque eso ya le parecía muy atrevido. Quería causar esa escena pero no llegar a nada, aún así podía notar la incomodidad de Guillermo, eso le bastaba. A fin de cuentas es lo mínimo que merece, él se quedó todo un fin de semana esperando una maldita llamada o un mensaje, pero nada, se sintió muy idiota por quedarse tan ilusionado y ahora el rizado cuándo lo vio llegar ni siquiera una miserable disculpa le ofreció. Estar enojado le queda corto, por eso decidió provocarle celos. Rafael es agradable pero no es su tipo, prefería a alguien de cabello rizado con una sonrisa que derrite, unos ojos soñadores de largas pestañas y un brillo indescriptible, que tenga una risa tan hermosa y una voz que lo enloquezca. Y si no es mucho pedir, que se llame Guillermo.

LOVERS ROCK | Mechoa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora