5

1.5K 119 15
                                    

Hablar de sexo con ella no me atrevía, y no es que no tuviera confianza, es que tenía demasiado respeto por ella que aún no me atrevía a cruzar ese límite. No a diferencia de Wendy con quién todas las pláticas comenzaban a ser de ese estilo, y en medio de las risas que nuestras acciones provocaban buscaba su rostro, quien también reía por las estupideces que decíamos en el equipo. 

—¿Tú no tienes novia? —me preguntó una vez que esas copas de vino le soltaron la lengua en la fiesta del viernes. Bajo mi punto de vista, esas preguntas sólo se hacen con una intención.

—No, yo estoy soltero —ella se acercaba mucho a mí, casi podía percibir su perfume. Supe que estaba un poco ebria al ver que sus ojos se esforzaban por mantenerse abiertos—. ¿Por qué lo preguntas?

—Para saber si estás intentando ser infiel a alguien con Wendy, pero veo que no.

—Wendy y yo somos muy buenos amigos, no la vería como otra cosa —ella sonrió, aún sin apartarse de mi lado. Su pregunta me hizo tomar la fortaleza suficiente para preguntar—. ¿Tú prometido es tan guapo como yo?

Me arriesgué demasiado con esa pregunta. Ella soltó una risita.

—¿Más guapo que tú? ¿A qué te refieres? Los dos son atractivos, cada uno a su manera —comprendí que tal vez debía esperar para que soltara la lengua más. 

—¿Lo amas? —aun no sabía que pasaba conmigo, porque bajo otras circunstancias me habría importado un carajo, pero yo si estaba muy clavado con esa inteligencia y esa belleza.

—La última vez que lo vi peleó conmigo —contó la misma información que soltó con Bárbara, pero el alcohol la hizo hablar más—. Le molesta que haga este tipo de cosas en dónde me expongo, pero es lo único que me mantiene alegre, saber que no estoy sola. Sino no sabría cómo sobrevivir sola en casa. Trabaja todo el día, descansa los domingos, sale de viaje... Pero es un buen hombre.

—¿Qué hay de tus padres? ¿Tienes hermanos?

—Mis padres viven lejos, tiene tiempo que no los he visitado y tengo un par de hermanos, pero es lo mismo. Los extraño demasiado, pero cada vez que tengo la oportunidad de visitarlos él me cambia los planes, le surgen trabajos o cenas a las que debemos ir.

—¿Qué hace él?

—Es gerente de una empresa de autos lujosos. Conoce a la productora del reality, un día la invitó a cenar a casa y ahí se interesó por mi proyecto de difusión, realicé algunas capsulas filosóficas en televisión nacional, Ricardo no estuvo de acuerdo así que lo dejé, y después de una pelea con mi prometido le llamé a la productora y le dije que me consiguiera trabajo, y aquí estoy.

—Ah, chica rebelde —eso le dio gracia.

—Sólo cuido mi libertad, hay cosas que no debo permitir, y esas prohibiciones son una de ellas.

—Los problemas son frecuentes entonces —comenté, eso la dejó pensando un poco.

—Como en todas las relaciones, ¿no?

—¿Cuántos años tiene? —preferí evadir la pregunta, ya que aún no tenía información suficiente para dar un juicio sobre esa relación.

—Treinta y tres —eso me demostró que ella no tenía problema con salir con hombres mayores que ella. A pesar de eso me mantuve escuchando—. ¿Qué sentiste al tener a tu hijo?

Esa pregunta me tomó por sorpresa. Sabía que estaba algo ebria, así que traté de no explicar mucho, y esperar a explicarle cuando estuviera sobria, si es que le interesaba.

—Sentí que me había metido en un problema terrible. Mi mente me mataba cada día durante el embarazo, pero todo cambió cuando sostuve a Adriano en mis brazos, me dio la fortaleza para afrontar cualquier cosa —ella sonrió, y a pesar de que tenía su copa en la mano, sentí como se acomodaba mejor y lograr recargar su cabeza en mi hombro. Me sentí bendecido, ese leve contacto me sabía a gloria.

Enigma [Nicola Porcella]Where stories live. Discover now