Vladimir

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En la estación de tren está Vladimir admirando los trenes, pues su sueño era que al crecer sería el mejor chófer. Este niño con tan solo ocho años tenía muy claro lo que quería ser a futuro aunque para los adultos de su familia era algo muy absurdo.

—¿Por qué quieres ser un chófer de tren? Desperdiciarías tu vida en algo tan aburrido. —Le dice con despreció su hermano mayor.

—Porque me gusta y soy feliz.

—No le prestes atención Andrei, cuando vaya creciendo Vladimir cambiará de parecer y dejara esa tontería. —Exclama el padre de ambos niños.

—Si papá tienes razón. —Afirma Andrei. —Yo seré abogado como tú.

—Eso espero hijo mío, serás el mejor. —Decía el hombre complacido por las palabras de su hijo mayor.

El hombre dirige su mirada a Vladimir y con lástima comenta:

—Ojala tu hermano pensará igual que tú Andrei.

El hijo menor no comprendía porque se oponían a su sueño, lo único le hacían sentir era que estaba mal hacer lo que te hace feliz. Vladimir se deprimía cada que oía estos comentarios de su padre. 

No tenía quien lo apoyará y defendiera, su padre prefería a Andrei en todo mientras que a él lo hacía a un lado solo por pensar diferente. 

Los años pasaron y nada cambiaba, bueno todo fue para mal el niño feliz que era Vladimir poco a poco se extinguía y la depresión cada vez era mayor, se convirtió en un joven sin sueños ni ilusiones, la tristeza que tenía cada vez era mayor hasta que hubo un punto en el que ya no hubo retorno.

Vladimir acabo con su vida en un abrir y cerrar de ojos, pobre muchacho sus ideas y su manera diferente de ser jamás fueron el problema, la falta de empatía y amor hacia él fue su condena.

En él funeral el padre y su hermano mayor lloraban, lo querían ellos lo sabían pero no comprendían porque Vladimir tomo está drástica decisión. 

—Ustedes jamás supieron amar a Vladimir, ojalá le hubieran dado en vida la atención y palabras de amor que le dan ahora que está muerto. —Les grito una jovencita en pleno funeral.

Esa chica era su vecina, una amiga y el único apoyo que tuvo el pequeño Vladimir en su vida. Esas palabras a Andrei y a su padre hicieron reflexionar aunque ya era demasiado tarde pero de alguna manera la jovencita sentía que esto al alma de su amigo le daría paz en el más allá. Paso el tiempo la joven ya era una mujer, jamás olvidó a su amigo y en honor a él se dedicó a ayudar a personas con depresión, silenciadas por ser diferentes, agobiadas por falta de empatía, personas que necesitan una luz para salir de la oscuridad; cada vida que cambiaba a mejor la hacía feliz, en su corazón ella sabía que eso era lo que su amigo Vladimir hubiese querido.

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