Acto 2: En las Ruinas

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River Zastori, con todo lo largo que era, se dejo caer en el suelo de la arboleda, mientras intentaba relajar su cuerpo, musculoso. Se quedo ahí acostado en el suelo fresco y después de un momento, se dio la vuelta. Su pecho ascendía y descendía mientras respiraba fuertemente. Una sonrisa confiada y hasta arrogante, se perfilo en sus labios mientras se incorporaba. Había roto su record, al llegar en solo 10 minutos a las ruinas a media hora del pueblo, en las montañas del este de Delpoi.

-Lo hice –se dijo mientras se ponía de pie y avanzaba entre las ruinas y arboledas que bien había llegado a conocer. No lejos había un arrollo de agua dulce. –El abuelo, estará complacido, haber si ahora no me hace dormir en el suelo. –murmuro mientras se quitaba su camisa negra sin mangas, botas marrones con placas de metal y pantalón color caqui, con un cinturón negro de hebilla plateada, para darse un baño con agua del arrollo.

Pese a ser tan joven, con 16 años, ya cercas de los 17, La apariencia de River era de un hombre ya dejando la adolescencia atrás. Tenía el cuerpo musculoso y tonificado, espalda firme y hombros anchos, era alto, 1.90 y pesaba 180 libras cerradas. Su piel clara, cabello rubio dorado y ojos increíblemente azules, lo hacían resaltar casi instantáneamente.


Puesto que también era atractivo, y popular y conocido por su personalidad, alegre, despreocupada y abierta. Todos en el pueblo, Green Tree o conocían y respetaban, puesto que no había favor, que rechazara.

Mientras, se ponía el pantalón y luego las botas, una briza suave le llevo el olor de Nardos, los cuales, florecían en las arboledas que rodeaban las ruinas.

Aspiro el bello aroma de las flores pálidas.

-A Claire, le gustaban los Nardos –murmuro mientras se ponía de pie y se echaba su camisa al hombro. Avanzo unos pasos para inclinarse ante las largas, espigas con racimos de flores blancas.

-Ten –dijo la voz de River, en uno de sus recuerdos. Este cerró los ojos y se vio a sí mismo con 7 años, dándole a una niña de cabello castaño y ojos tan azules como los de River, un ramo de Nardos. –Las traje para ti, hermanita. El abuelo, dice que se llaman "Nardos"

-Gracias, hermano –fue la respuesta de la niña en su recuerdo. –Su olor es muy bonito ¿Dónde las encontraste?

-En las Ruinas a las afueras, hay muchos de esos ramos. La próxima vez que valla hacia allá, le pediré al abuelo, que te deje venir con nosotros.

-¿Eso no interrumpirá, tu entrenamiento?

-Si es por ti, no importa, Claire. 


Abrió los ojos y sus manos acariciaron las flores, su bello perfume se elevo en el aire unos momentos, antes de que en su memoria, una voz femenina gritara.

-Me marcho, no tengo por qué quedarme

-Espera, Irla, Daniel te ama, lo sabes

-Ya me tiene harta, que le preste más atención a su trabajo que a su esposa y sus hijos.

Los que discutían era la madre de River y Claire: Irla, y el padre de Daniel, Danner. River recordaba eso, porque los gritos, lo habían despertado en medio de la noche, mientras se asomaba por el pasillo, medio dormido, vio como varias maletas estaban desordenadas junto a la puerta. Dos hombres cargaban algunas hacia la puerta.

-Se razonable, Irla –dijo su abuelo. –Le romperás el corazón a Daniel, y piensa en tus hijos...

-El ya me lo rompió a mí. –dijo la mujer, mientras lagrimas amargas se deslizaban por su hermoso rostro, un momento después, la mujer entro en una habitación y salió cargando a Claire, que parecía sufrir fiebre, por el rubor rojo de su rostro y su respiración entrecortada, pero aun sus manos, pequeñas y tiernas, apretaban las flores blancas que su hermano mayor, le había llevado para que se recuperara.

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