Capítulo VI: Ana (Editado)

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Días antes de regresar a las clases

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Días antes de regresar a las clases

Mi cabeza estallaba en mil pensamientos, mi corazón era una bomba de tiempo y ese periodo se desvanecía ante mí, Arturo necesitaba una respuesta y yo necesitaba a Oliver, necesitaba sus besos, necesitaba sus caricias, necesitaba que corrompiera mi alma porque mi cuerpo ya lo estaba.

No sabía qué hacer, ya que yo amaba a Oliver, pero Arturo era dinamita en mi vida.

¿Un triángulo amoroso se presentaba ante mí?

Oliver era la dopamina y Arturo era la adrenalina, ¿A quién tendría que escoger?, las preguntas me atormentaban; todo daba vueltas en mi cabeza y yo tenía que apresurarme a tomar una decisión, no podía jugar con ambos, no era ese tipo de persona.

Mientras uno me decía que dejaría los malos vicios por mí y haría todo lo posible por hacerme feliz, él otro solo recorría los surcos de mi cuerpo, haciéndome gozar cada noche que compartía con él.

¿Quién era el indicado?

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Pasaron los días y volvimos al instituto con mil actividades, Selma y Lucía no podían verse a la cara, todos temían que se asesinaran así mismas, Lucy cada vez se volvía más reservada con sus pensamientos, no podía hablar con ella de cualquier tema porque su ira brotaba desde lo más profundo de sus entrañas, el único que tema del cual podíamos hablar era de los asiáticos que tanto le gustaban esos chicos realmente los amaba lo recuerdo a la perfección cada vez que escuchaba una canción de gente asiática en su rostro se dibujaba una sonrisa, sus mejillas se coloraban y su corazón latía al ritmo de la música, todo era grandioso cuando estaba con ella, muchas veces me pregunte ¿qué pasaría si ella y yo...?, lo dude tantas veces, pero el amor que tenía hacia Lucy era único y especial yo creo que todos lo sabían incluso Oliver.

Mientras Lucy se transformaba, Selma hacía rumores de ella, decía que Lucía ofrecía su cuerpo a cambio de unas monedas, ¡era una descarada!, no podía tolerar la idea de que se expresará tan mal de Lucy, su presencia era desagradable, su sonrisa era falsa y sus pechos no eran lo suficientemente buenos, ella usaba relleno; lo supe porque una vez la abrace y lo pude sentir. Selma nunca me agrado y me callo más mal por hablar así de Lucía hasta que esa tarde fue la única vez en la que coincidimos Selma y yo. Y todo fue por Ana.

Ese recuerdo lo tengo grabado en la mente a la perfección, era un día soleado y como de costumbre miraba por la ventana del salón, veía como las aves regocijaban en los árboles de cerezos, buganvilia y jacarandá cuando de repente entro ella. Sus pisadas eran tan livianas que ni siquiera se escuchó cuando entro al salón de clases, entró por esa puerta con una sonrisa en la cara. Recuerdo que sus labios eran pronunciados, sus mejillas eran rojizas, sus ojos eran unas siluetas almendradas de color azul decadente, su nariz no era tan respingada como la de Oliver, sus manos eran pequeñas, eran suaves y cálidas, su cabello era ondulado. Su nombre era Ana y desde el momento en que la vi supe que sería perfecta para él. 

La venda en mis ojos  © ✅Where stories live. Discover now