CVI. AMOS DIGGORY

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Capítulo Ciento Seis:
Amos Diggory

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A la mañana siguiente, todos dormían plácidamente. Sirius se había despertado junto con Molly por lo cual iban a despertar a los demás para irse

—Es la hora de irse, cielo —murmura Sirius tocando la puerta de la habitación de Ginny, donde su hija dormía aun.

Fanett se sentó en la cama y tallo un poco sus ojos para despertar. Fuera todavía estaba oscuro, incluso su pequeño amigo aun dormida a sus pies.

—Rhaegal, despierta—dijo Fanett levantándose de la cama.

—¿Ya es la hora? —preguntó Ginny, más dormida que despierta.

Se vistieron en silencio, demasiado adormecidas para hablar, y luego, bostezando y desperezándose, las tres bajaron la escalera camino de la cocina.

La señora Weasley removía el contenido de una olla puesta sobre el fuego, y el señor Weasley, sentado a la mesa, comprobaba un manojo de grandes entradas de pergamino. Sirius por su parte empacaba algunas cosas en una mochila. Ambos hombres levantaron la vista cuando los chicos entraron y extendió los brazos para que pudieran verle mejor la ropa. Llevaba lo que parecía un jersey de golf y unos vaqueros muy viejos que le venían algo grandes y que sujetaba a la cintura con un grueso cinturón de cuero.

—¿Qué os parece? —pregunto—. Se supone que vamos de incógnito... ¿Parezco un muggle, Harry?

—Sí —respondió Harry, sonriendo—. Está muy bien.— Cuando vio a su novia, se acerco a ella y beso su mejilla—Buenos días.

—Buenos días, James—murmura con una leve sonrisa para luego soltar un pequeño bostezo.

—¿Dónde están Bill y Charlie y Pe... Pe... Percy? —preguntó George, sin lograr reprimir un descomunal bostezo.

—Bueno, van a aparecerse, ¿no? —dijo la señora Weasley, cargando con la olla hasta la mesa y comenzando a servir las gachas de avena en los cuencos con un cazo—, así que pueden dormir un poco más.

Fanett sabía que aparecerse era algo muy difícil; había que desaparecer de un lugar y reaparecer en otro casi al mismo tiempo.

—O sea, que siguen en la cama... —dijo Fred de malhumor, acercándose su cuenco de gachas—. ¿Y por qué no podemos aparecernos nosotros también?

—Porque no tenéis la edad y no habéis pasado el examen —contestó bruscamente la señora Weasley.

—¿Hay que pasar un examen para poder aparecerse? —preguntó Harry.

—Desde luego —respondió el señor Weasley, poniendo a buen recaudo las entradas en el bolsillo trasero del pantalón—. El Departamento de Transportes Mágicos tuvo que multar el otro día a un par de personas por aparecerse sin tener el carné. La aparición no es fácil, y cuando no se hace como se debe puede traer complicaciones muy desagradables. Esos dos que os digo se escindieron.

Todos hicieron gestos de desagrado menos Harry.

—¿Se escindieron? —repitió Harry, desorientado.

—La mitad del cuerpo quedó atrás —explicó el señor Weasley, echándose con la cuchara un montón de melaza en su cuenco de gachas—. Y, por supuesto, estaban inmovilizados. No tenían ningún modo de moverse. Tuvieron que esperar a que llegara el Equipo de Reversión de Accidentes Mágicos y los recompusiera. Hubo que hacer un montón de papeleo, os lo puedo asegurar, con tantos muggles que vieron los trozos que habían dejado atrás...

Best Of Me - Harry Potter Pt. 1Where stories live. Discover now