Capítulo 2: El príncipe

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"Metal contra metal, un giro y estocada, brazo arriba bloqueando, dos pasos y ataque, tensa el cuerpo, no olvides girar la muñeca, flexibilidad y fuerza"

Todas esas las cosas que pasaban por la cabeza del príncipe Andro. Había pasado todo el día en la sala de entrenamiento y aún sentía que su defensa no era lo suficientemente buena.

—Maldita sea— gritó ante la desesperación , sus movimientos aún eran lentos y débiles, necesitaba alguien para entrenar, pero su madre no le permitía entrenar con nadie, ni siquiera con los mismos guardias del castillo.

Por un hacer un movimiento brusco, su mano terminó cortada por el filo de la espada, era un rasguño superficial a los ojos de Andro, así que solo se lavó la herida de la mano y continuo como si nada hubiera pasado.

El príncipe, después de un baño se dirigió al patio donde se quedó de ver con tu madre.

—Madre— el hizo una reverencia

La reina miró a su hijo y lo escaneó rápidamente para después volver a su caminata— Veo que el entrenamiento no va bien— Andro supo enseguida a lo que se refería

—Solo fue un rasguño, no es la gran cosa. En realidad he estado mejorando mucho, mis ataques se han vuelto mejores y no solo tengo habilidad con la espada, sino también...— hablaba eufóricamente hasta que su madre lo interrumpió con un solo movimiento de su mano.

—Deberías enfocarte en otras cosas más que entrenar Andro, jamás en tu vida necesitarás pelear, solo necesitas liderar— Andro tomó sus manos tranquilizándola.

—Madre, algún día deberé pelear por mi ciudad y necesito estar preparado— la reina soltó una carcajada soltando sus manos de las de él

—Nunca, bajo mi mandó habrá una guerra, ¿lo entiendes?

—¿Cómo puedes estar tan segura? puede que nuestro pueblo no entre en guerra pero alguien más puede necesitar de nuestra ayuda

—Yo me encargaré de eso si llega el momento, pero entiende que tú no pelearas— su voz sonaba más como amenaza

—¿Cómo puedo ser un buen líder si soy un cobarde?

—¡Entiende que no puedo perderte!— La voz de la reina se levantó sorpresivamente, pero recuperó la compostura rápidamente— Eres igual a tu padre, deseosos de guerra y sangre— apartó la mirada de él y siguió caminando— la guerra ya me ha quitado a bastantes personas, no quiero que también me quite a mi hijo— Sin decir más se alejó.

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Andro estaba cansado de seguir las decisiones de su madre, lo tenía en una burbuja como si fuera lo más delicado del mundo. Por el resto del día se había quedado obligadamente practicando con el arpa, había acudido al jefe de los guardaespaldas para que le diera consejos, pero este se negó rotundamente temiendo que a reina se enterará de lo que hiciera, así que solo le quedó hacer lo que si madre le decía; enfocarse en sus deberes de futuro rey, y eso implicaba saber tocar música.

En realidad su madre no siempre fue así, hacía tiempo su madre lo veía con orgullo cuando blandía una espada, pero de un día para otro su forma de pensar cambió drásticamente. Uno pensaría que fue porque perdió al rey en una batalla, pero la reina misma le había dicho a su hijo que a partir de ese momento debía aprender a defenderse por sí él se veía encerrado en la misma situación, pero después de un tiempo no fue así. Solo cambió de repente. Sin una razón.

Andro veía el sol esconderse detrás de las grandes casas de la ciudad. La noche llegaba y las estrellas aparecían, pero el sueño no acudió a él. Rápidamente se hizo medianoche y decidió irse a la cama aunque no sintiese ni una gota de cansancio, pero antes de que se pudiese retirar de la ventana, una figura en la noche captó su atención.

Andro se acercó mucho más a la ventana esperando ver un tipo de animal que había entrado de casualidad al patio, pero no era así, la silueta era claramente de un hombre encapuchado. Se movía con sutileza, demasiado rápido, saltaba los obstáculos del patio con agilidad y los guardias no parecían ni siquiera captar su presencia. Andro lo siguió con la mirada, demasiado curioso para alertar de que un intruso estaba en los terrenos del palacio.

El desconocido llegó hasta el edificio y comenzó a trepar por las piedras sobresalientes, Andro jamás pensó que se podría hacer eso con la curiosa arquitectura de su hogar, pero ahí estaba él, escalando como una lagartija, deteniéndose y camuflándose de vez en cuando cuando un guardia pasaba cerca. El intruso siguió escalando hasta que se detuvo en una ventana cerrada, Andro no fue capaz de ver lo que hacía el hombre pero lo que si pudo ver es que había logrado abrirla y ahora entraba por ella, en la sala de música.

Sin perder tiempo, Andro salió de su habitación y se dirigió a la sala, había sido imposible que alguien pudiese burlar a todos los guardias y haber entrado como si nada. Quizá había sido alucinación del príncipe; consecuencia de las pocas horas que dormía durante las noches, pero aunque fuera una alucinación suya, debía de estar totalmente seguro.

La sala de música estaba cerrada y con la luz apagada. Andro abrió la puerta y antes de entrar tomó la espada de una de las armaduras antiguas que estaban en el pasillo. Con la espada en alto se dispuso a entrar a la habitación.

Lo primero que pudo observar era que la ventana estaba perfectamente cerrada, sin rastro de haber sido abierta a la fuerza. La puerta se cerró detrás de él, sus ojos paseaban por toda la habitación, los instrumentos guardados estaban igual como los había dejado, ni siquiera huellas se veía en el suelo bajo la luz de la luna.

Andro bajó la espada convencido de que había sido idea de él, pero un fuerte sonido lo hizo volver a colocarse a la defensiva. Su corazón comenzó a latir con fuerza, pero no saldría corriendo aunque quisiese. Al final vio que había sido un estuche de una guitarra mal recargada. Se acercó con sigilo y se sorprendió ver un pequeño ratón correr de detrás del estuche. Aliviado suspiro, al final no había sido nada, todo fue idea suya.

El príncipe se disponía de darse la vuelta para salir, pero un objeto frío en su garganta lo detuvo.

—Un solo sonido o movimiento y te mato— un hombre estaba detrás de él, sosteniendo un cuchillo directo a su garganta. Andro no lo podía ver, pero sabía a la perfección que era el hombre encapuchado que había visto antes.

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Yo no se ustedes pero a mi me dices que me calle y yo me enamoro.

No se crean, quiéranse y no anden con toxic@s

Ángel fuera-

Mi única vidaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin