Las aventuras de Eri:Mundo onírico

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En un oscuro bosque ubicado en quien sabe donde, que era iluminado naturalmente tanto por la flora y fauna del entorno como las flores, el musgo brillante creciendo de los arboles al igual que los hongos luminosos y los insectos bioluminiscentes irradiando luces únicas, dando como resultado un lugar que podría considerarse mágico a la vista.

En un oscuro bosque ubicado en quien sabe donde, que era iluminado naturalmente tanto por la flora y fauna del entorno como las flores, el musgo brillante creciendo de los arboles al igual que los hongos luminosos y los insectos bioluminiscentes i...

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Justo en medio de dicho bosque se encontraba la pequeña Eri Midoriya, la cual vestía un kimono rosado bordado con patrones en forma de estrellas, su obi era rojo combinado con blanco en forma de patrones ajedrezados, un haori color negro que le quedaba grande y usaba un par de sandalias zori.

-Eri: ¿Como llegue aquí? ¿Donde estoy? (preguntó así misma confundida)

A pesar de estar completamente sola en lugar desconocido, no tenía miedo por alguna rara razón que ella misma desconocía y en cambio se sentía un tanto cómoda con su entorno de luces naturales. Mas luego escuchó el sonido de las ramas agitándose como si hubiera algo acechando desde los árboles.

-Eri: ¿Quien está ahí? (dijo estando un poco en alerta)

La peliblanca miró hacia arriba a fin de ver quien o que era lo que la acechaba y avistó entre una parte no iluminada de un árbol un par de ojos carmesí que la observaban fijamente sin parpadear. Seguido paso volando cerca un insecto brillante que reveló la apariencia del ser. Se trataba de un singular gato de pelaje blanco y rojo combinado, tenía cabello plateado a pesar de ser un animal, bocas extras con dientes afilados en sus patas delanteras y traseras y por último mostraba cuatro látigos de huesos puntiagudos que salían de su lomo.

 Se trataba de un singular gato de pelaje blanco y rojo combinado, tenía cabello plateado a pesar de ser un animal, bocas extras con dientes afilados en sus patas delanteras y traseras y por último mostraba cuatro látigos de huesos puntiagudos que...

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-Gato: Estás muy lejos y a la vez tan cerca de tu casa. ¿Te perdiste, dulzura? (habló el animal con una voz femenina y cariñosa)

Eri se quedo en shock por que el gato singular podía hablar, pero lo que realmente la había sorprendido es que su voz era exactamente igual a la de su madre.

-Gato: Responde, niña. Es de mala educación ignorar a alguien que te habla (dijo fastidiándose al no recibir respuesta)

-Eri: (saliendo de su asombro) Perdón, señorita (se disculpó siendo educada)

La Emperatriz de los demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora