Dark Secret° Zodiaco [INZ #2]

𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 ⁴⁶ 𝑀𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑀𝑜𝑟𝑖

"Recuerda que morirás"

La mayoría de la gente piensa que los asesinos en serie son personas introvertidas, pero no siempre es así, están en un gran error, entre ellos existen personas increíblemente inteligentes, sociables y habladoras. Personas tremendamente falsas.

Johan Liebheart

Cinco años después.

La luz del sol entraba por la ventana regalando un poco de calidez ante la humedad que dejo la llovizna de días anteriores. Cortaba los vegetales mientras tarareaba la canción que sonaba en el estéreo, cuando voltee a mirarla de nuevo, me di cuenta de que no estaba donde le dije que se quedara.

Suspire.

Mire hacia los ventanales que daban hacía el jardín, pero no logré verla, casi por inercia supe donde se encontró por lo cual deje el cuchillo en la mesa y me dispuse a caminar por los blanquecinos y elegantes pasillos de nuestra casa.

— ¿Hope? — susurre —¿Dónde estás?

Mire hacia la puerta roja que daba al estudio de mi esposo, donde se suponía que debía estar hablando con Emmett que nos había venido a visitar dadas las circunstancias, me fije bien en el panel de acceso en la pared, era imposible para una nena de tres años alcanzar los botones y poner aquella clave desconocida hasta para mí.

Cuando me gire vi como otra puerta si estaba entreabierta, maldije en voz baja a Vicente, era un trato entre nosotros que no debía dejar nada de sus cosas abiertas, todo debía estar bajo llave, aunque al parecer hoy era la excepción.

Mierda.

Corrí de prisa hasta que la abrí de golpe.

Era una sala de paredes negras que no tenía ni una sola ventana, bastante fría y oscura, con un pecado fin de armas que se movía en las paredes y estantes repletos de utensilios y fármacos de toda clase.

Aquel es el depósito albergaba armas de todo tipo que utiliza por si claro, las necesitáramos. También había un par de camillas y unos grandes congeladores que mi niña intentaba abrir con sus pequeñas manos.

—¡Hope!

Su pequeño cuerpo pego un salto debido a mi grito que la hizo terminar sentada en el pavimento, giro su cabeza y me miro un tanto asustada. Su melena negra estaba estropeada ya que ni uno solo de mis peinados le duraba mucho, sus grandes ojos castaños se cristalizaron y empezó a llorar con rapidez.

La empuñadura entre mis brazos y la alce.

—¿Qué fue lo que te dije? —regañe — sabes que a papá no le gusta que revise sus cosas, ¿Qué hablamos nosotras?

Me hizo un puchero.

—prohibido—susurro entre hipidos — prohibido y p-prohibido.

—exacto, cariño — la abrace con fuerza aprisionando con cuidado su cabeza en mi pecho — no hay que entrar a las habitaciones de papá porque se va a enojar con Hope, está prohibido.