capítulo 21.

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Jeongin veía desde lejos la disputa acalorada entre su novio y el exnovio de este. Siempre supo que cuando su pequeño Seungmin regresara a Corea se encontraría con ese hombre nuevamente, pero nunca creyó que ese bastardo quisiera recuperar al muchacho. ¡Con todo lo que le hizo! Francamente esperaba que Seungmin lo pensara muy bien antes de tomar una decisión y arriesgarse nuevamente. Él seguiría ahí si lo necesitaba y siempre lo estaría, pero hasta él sabía que ni el uno ni el otro era el amor de su vida. Él quería muchísimo a Seungmin, como a un hermanito, tal vez, y ese era el problema, no había gran pasión en lo filial.

Para Seungmin no era muy diferente. Se querían, sí, pero no se hablaba de un gran amor. quizás se debía a que cuando se conocieron, ambos intentaban olvidar a alguien más. Seungmin quería borrar de sus pensamientos a Minho; y Jeongin quería olvidar la muerte de su prometido. Su noviazgo sirvió mucho para curar sus heridas, pero no para lavarlas por completo. Y Jeongin temía que ahora nuevas heridas rondaran el corazón de Seungmin.

Bebiendo de su copa de vino, se apartó del pasillo que guiaba hasta el jardín, caminó aletargado hasta el salón y se quedó estático frente a un pequeño jovencito vestido de mozo que se tambaleaba con una charola con copas en sus manos. El pobre joven no podía ser mayor a los veinte años, quizás menos, y le pareció tan gracioso porque en su adorable rostro de niño tenía un puchero de honda frustración. Dejó su copa sobre una mesa cercana y se acercó a ayudarle. Con sus robustas manos sujetó la bandeja firmemente, sorprendiendo al jovencito.

-¡Oh, Señor! -gimoteó el muchacho-. Gracias.

- No hay de qué -respondió, haciendo acopio de todo el coreano que Seungmin tuvo a bien enseñarle durante esos años. Esperaba que su torpe pronunciación no ofendiera al mozo-. ¿Puedo ayudarte en algo más?

- Oh, no, Señor. Estaré bien -le aseguró.

El joven, de nombre aún desconocido, tomó la charola con fuerza y con lentitud se la retiró a Jeongin. Sus piernas aún temblaban y su cuerpo hambriento estaba totalmente debilitado. Al intentar caminar con la pesada charola, sus rodillas cedieron y lo llevó de bruces al piso; la bandeja regó su contenido por el pulido piso de mármol en un estridente sonido que llamó la atención de la audiencia.

Jeongin se acuclilló frente al chico para ayudarlo a pararse. El joven temblaba y de sus crepitantes labios sólo atinaban a salir disculpas atropelladas. En poco, el encargado del evento se acercó con gesto huraño. Su porte era por mucho menor al de Jeongin que medía metro noventa, y el cuerpo del hombre estaba claramente marcado por su gusto a la comida.

- ¡Mira lo que has hecho! -bramó el hombre con los dientes apretados-. Eres un inútil, Hyunjin.

- L-lo siento.

- Recoge este desastre y vete -demandó el hombre, gruñendo en tono bajo para que la audiencia no les prestase atención.

- Pero..., pero no puede despedirme..., yo lo necesito -balbuceó el hombrecito, hundido contra el cuerpo de Jeongin.

-Excuse me, Señor. Él no ha tenido la culpa, ha sido mía -mencionó Jeongin.

- Oh, Señor, no tiene que socapar las torpezas de este hombre.

- Fui mi culpa, así que no lo castigue -demandó-. Además, no debe tratarlo como su esclavo. Es bastante obvio que él no está en condiciones para trabajar; él está débil. Usted lo está explotando.

El hombre pareció perder el color en el rostro, preocupado de la molestia de Jeongin y del escándalo que el hombre probablemente crearía a partir de ello. Si bien no entendió todo lo que Jeongin dijo, comprendió lo justo y necesario para saber que no tenía opción a refutar. El hombre asintió a regañadientes y se retiró.

fight for love ✧ knowminWhere stories live. Discover now