epílogo.

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La casa de Jeongin en Corea era muy distante de la que tenía en China. La construcción de apenas tres pisos tenía un aire antiguo muy curioso. Las escaleras frente a la piscina conducían al segundo piso, al balcón donde elegantes muebles color terracota esperaban los atardeceres veraniegos y dentro un salón con elegantes muebles y lámparas brillantes. Seungmin reconoció que la casa era bastante acogedora, aunque se preguntaba las razones que llevaron a Jeongin a comprar una propiedad tan lejos de su país.

Un pequeño hombrecito coreano lo recibió, dijo ser el asistente de Jeongin, Hyunjin, si mal no recuerda. Lo hizo esperar a Jeongin en el salón mientras el suizo terminaba su baño. Entonces, y bajo la luz de la espera, Seungmin decidió indagar:

- ¿Desde cuándo conoces a Jeongin?

- Durante su fiesta de bienvenida, Señor, yo era uno de los meseros.

Aunque la respuesta fue concreta, le dejó a Seungmin varias preguntas acerca de cómo llegaron a ser más cercanos a tal punto que Jeongin le ofreció trabajo.

-... Él es bueno contigo.

- N-no lo sé, Señor... -dudó.

Seungmin sonrió.

- Jeongin es un buen hombre, cuídalo bien.

- Haré lo que pueda -le prometió, avergonzado.

En poco, la robusta figura de Jeongin vistiendo un elegante traje azul órcela junto a una fina camisa blanca. Hyunjin sin querer suspiró al verlo, pero su imprudencia no pasó desapercibida por Seungmin.

- Hola, mi pequeño Seungmin -saludó el hombre, tomando asiento junto al muchacho.

- Me retiro, Señor, si me necesita estaré en su despacho.

A carreras el muchacho desapareció, incluso antes de que Jeongin abriese la boca para refutar.

-He's a very peculiar man.

-Guess so.

- Debo preguntar, por qué estás...

- Lo conocí cuando estaba en una situación muy difícil. Lo ayudé y entonces me encontré atrapado con él.

- He's cute.

- If you say so.

- Él puede ser el chico que necesitas.

- Aún no hemos terminado y ya estás consiguiéndome una nueva relación -se mofó Jeongin.

- Lo lamento. En realidad, no sabía cómo decirte que perdoné a Minho.

- De hecho, desde que decidiste regresar aquí supe que lo enfrentarías nuevamente, así que no estoy sorprendido.

- Él es padre y tiene un hijo muy dulce..., por un momento pensé que podría ser su otro papá. Tú sabes que no puedo tener hijos debido a mi infertilidad. Ahora..., ellos son mi familia, eso creo.

- No quise lastimarte.

- No lo hiciste. Escucha, cuando nos conocimos supimos que estábamos destinados a ser, pero eras el camino para encontrar a los indicados. Tú me trajiste aquí y encontré muchas cosas que quiero hacer..., conocí a Hyunjin.

- ¿Te gusta?.

- No lo sé, pero lo averiguaré.

- A él le gustas.

Jeongin sonrió de medio lado, casi demasiado apenado por verse con un muchacho que era sólo un niño a su lado. No se consideraba un anciano, pero no era, quizá, lo que un muchacho de veinte años quisiera.

- Voy a vivir un tiempo aquí y tengo un regalo para tí.

- ¿Un regalo?

- Siendo el CEO de la Compañía de Danza a la que perteneces, traeré tus shows aquí.

- Jeongin -gimoteó Seungmin.

- Viajarás mucho la siguiente temporada, pero supongo que entonces Minho te acompañará.

- Eres mi ángel.

- Pero quiero algo a cambio.

- ¿Qué puedo hacer por tí?

- Ayúdame a enamorar a Hyunjin.

- Fácil, pero lo haré.

Seungmin regresó a casa de Minho durante la tarde, cerca del ocaso. Quizás debería empezar a llamar a esa casa su casa. Dejó su auto en el parqueadero y entró. El dulce aroma a cupcakes lo recibió, de fresa y mora, y siguiendo el aroma llegó a la cocina donde el gran y rudo boxeador tenía el rostro con manchas de harina y chocolate en la nariz, a su lado, Junseo decoraba con poco cuidado los pastelillos ya fríos.

- Cocinas -casi jadeó sorprendido.

- Tuve que aprender.

- Supongo que sí, aunque sigues siendo demasiado desorganizado.

- ¡Kim, ven a decorar conmigo!

El joven bailarín tomó un pequeño delantal y lo ató alrededor de su cintura, se acercó y tomó la manga pastelera que tenía chocolate derretido.

- Papá es realmente malo para decorar -se quejó el niño.

- Lo puedo ver, cariño.

- Estoy muy sucio -dijo, haciendo pucheros.

- ¿Y si vas a lavarte la cara para comer? Yo ayudaré a tu padre a terminar y te haré un batido de chocolate.

Entusiasmado, el niño salió corriendo directo al baño del salón. Seungmin casi rio por lo sencillo que fue convencerlo y de lo oportuno que resultaba.

- No te burles -advirtió Minho, avergonzado.

- Me pregunto qué dirían tus contrincantes si vieran una foto tuya así..., seguramente los matarías de risa.

Minho gruñó y bajó un toque hosco, sujetó a Seungmin por la cintura, apretando levemente la carne bajo su mano. Era una advertencia.

- Puedo darte una dura reprimenda esta noche.

- Tentador, pero aún debo ir por el resto de mis maletas a casa de mis padres.

- Mandaré por ellas, pero no escaparás de tu castigo.

Seungmin quiso gemir y arrodillarse ahí mismo. Agitando la cabeza de esos lascivos pensamientos, decidió jugar un poco con la cordura de su amante. Con la manga de chocolate en mano, la apretó y sobre la mejilla izquierda del robusto hombre dibujó sus iniciales, LYB, al acabar, sacó su lengua caliente y lamió el chocolate, acariciando con morbosa sensualidad ese lugar. Podía sentir lo tenso que se puso el hombre y cuan excitado estaba pues el bulto en sus pantalones acariciaba con descaro el vientre de Seungmin.

- Debería guardar chocolate para esta noche, pero deberás hacer silencio.

-... Suelo ser ruidoso, lo sabes -advirtió, coqueto.

- Tendré que amordazarte, una pena.

"Maldita lascivia", pensó Seungmin.

- Te amo -ronroneó Minho-, demasiado.

- Eso es bueno porque yo te amo más de lo que un día creí.

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¡muchas gracias por leer!

fight for love ✧ knowminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora