6. Una llamada inesperada

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Fijé mi vista en el gran televisor hasta que por el rabillo de mi ojo apareció su figura

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Fijé mi vista en el gran televisor hasta que por el rabillo de mi ojo apareció su figura.

Elian entró a la sala absorto en un libro. Mis ojos se fueron hacia su camisa de rayas porque estaba abierta y su torso se encontraba expuesto, mostrando su buena forma.

—Aurora —dijo con sorpresa una vez que me miró. Se acercó unos pasos con una pequeña sonrisa—. ¿Cómo has estado?

Cuando se detuvo justo frente a mí, esos ojos azules claros parecían indescifrables y fríos aunque su expresión no era rígida, bajé la mirada a su pantalón negro pero sólo conseguí sentirme más incomoda porque mi vista terminó en su entrepierna.

—Excelente —sonreí para levantar la mirada de vuelta a sus ojos, él se percató de su camisa abierta y se aclaró la garganta.

—Me disculpo por la presentación, es un día caluroso y estaba en mi biblioteca buscando un viejo libro —explicó, dejándolo sobre el sofá para abotonarse la camisa.

—Descuida, es tu casa —comenté viendo el libro rojo y opaco.

—¿Quieres algo de beber?

—Agua estaría bien —le respondí, hacía mucho calor hoy.

Cuando él se fue pensé en tomar el libro y leerlo pero tal acto me pareció irrespetuoso, no solía tocar las cosas de nadie a menos que ellos lo autorizaran.

Pensándolo bien, era la primera vez que iba a casa de otra persona. No tenía amigos, y no creía tener las habilidades sociales para entablar una amistad.

Un sentimiento de tristeza me invadió, deseé haber tenido una infancia y adolescencia tranquila. Esas etapas ya habían pasado mientras cargaba un enorme peso sobre mis hombros.

Mi ánimo decayó un poco hasta que él apareció con un vaso de agua y un pequeño plato con trozos de pera.

—Pensé que también querrías comer algo —afirmó mientras extendía el plato y colocaba el vaso a un lado en la mesita.

Había acomodado su camisa dentro de su pantalón y se veía formal, no es como pensé que los ninjas se vieran.

—Muchas gracias —le sonreí un poco, tomé el pequeño tenedor y llevé un trozo a mi boca.

Él se sentó a mi lado y tomó el libro para abrirlo, le di una rápida mirada de reojo al ver su sentar, era muy elegante. Su porte al pasar las hojas y su expresión tan serena me hacían casi imposible imaginar que era el mismo chico que disparaba a esos tipos.

—¿Te gusta leer? —preguntó, solo asentí repetidas veces para tomar un poco de agua —. Este libro es una novela francesa.

Le di un vistazo y pude ver que estaba todo en ese idioma, sus hojas tenían detalles dorados en los bordes de la página.

Rompe mis miedos © ✓ (Completa)Where stories live. Discover now