10. Una nueva vida

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Veía la puerta del baño y luego la puerta de la habitación temiendo que otro hombre apareciera, mi respiración estaba algo acelerada y mis manos se aferraban a las cobijas con fuerza mientras recordaba las recientes escenas de aquellos hombres que...

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Veía la puerta del baño y luego la puerta de la habitación temiendo que otro hombre apareciera, mi respiración estaba algo acelerada y mis manos se aferraban a las cobijas con fuerza mientras recordaba las recientes escenas de aquellos hombres que intentaron matarme.

Elian salió del baño mientras guardaba un pañuelo blanco en el bolsillo de su pantalón negro, había remangado su camisa blanca. Observé cada uno de sus movimientos, caminó hacia la silla para dejar su saco y luego me miró. Comencé a alisar la arrugada cobija producto de mi agarre.

—¿Cómo supiste que venían por mí? —pregunté. Él no respondió, sólo se dirigió hasta la mesita cerca de la ventana en donde había una jarra de agua con pequeños cubos de hielo casi derretidos. Tomó un pequeño vaso en forma de cono que estaba sobre otros para llenarlo de agua y traerlo hacia mí.

—Tu garganta se debe haber lastimado al gritar, bebe un poco de agua.

Tomé el vaso entre mis manos para beber varios tragos y darme cuenta de un leve dolor de garganta al tragar, también de la molestia en mi estómago debido al golpe que me habían dado.

—Gracias —musité.

—Lord fue capturado, confesó que había enviado a esos hombres pero te aseguro que nunca volverá a poner un pie en la calles. Ya no habrán más amenazas ni nada de lo que tengas que preocuparte.

Parpadeé varias veces y mis ojos se ensancharon cuando ese sentimiento de tranquilidad surgió dentro de mí. No me importó cómo supo que estaba aquí.

¡Ya no tengo que pagar la deuda de mi padre! 

Se repetía en mi mente.

—¿Lord... Ya no volverá?

—Nunca.

—Somos... Somos libres —balbuceé y luego agarré su mano para apretarla con fuerza—. ¡Es como si me quitaran un peso de encima! Te juro que incluso me siento más liviana —afirmé para esbozar una sonrisa—. Gracias Elian, cumpliste tu promesa.

—No fue nada, Celeste —comentó encogiéndose de hombros y desviando la mirada hacia abajo.

Iba a preguntarle como sabía mi segundo nombre pero recordé que vió mi expediente.

—Mi mamá pensó que combinaría con Aurora.

—Lo hacen. El mío... Es Joaquín.

—¿De verdad? —cuestioné sorprendida, pero esa pequeña y divertida sonrisa en sus labios me dijo que estaba mintiendo.

—No, pero dejaré que lo adivines tú misma.

La puerta se abrió y ambos vimos en su dirección a Delta. Él carraspeó y señaló hacia atrás con su pulgar.

—Su madre ya está subiendo con Fénix y necesito que resolvamos un asunto allá afuera —habló después de unos segundos—. Se están preguntando que pasó.

Rompe mis miedos © ✓ (Completa)Where stories live. Discover now