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Dylan.

Fingir que no he visto esos mensajes está siendo más difícil de lo que pensaba. No puedo ignorar como que no ha pasado nada. Tengo grabados en la retina cada insulto, amenaza y falta de ortografía de ese puto individuo. Están atadas a mi cabeza con una jodida cuerda que cada vez aprieta más y más.

No puedo dejar de pensar en que la chica que corrió a esconderse al baño cuando clavé mis ojos en su pómulo, coloreado de morado, tiene mucho más en común con la protagonista de su libro de lo que yo creía.

Acercarme a ella está siendo una tarea muy complicada. Mucho más que la trama por la que atraviesan los protagonistas de su libro hasta entablar su primera conversación. Nosotros ya hemos tenido esa primera vez, pero no hemos podido mantener la racha en el transcurso de los días.

Me evita. No responde cuando le hablo. Se aparta de mi lado cada vez que se reduce la distancia entre nuestros cuerpos. No me quiere cerca y no se esfuerza en ocultarlo. Nuestros ya compañeros se han dado cuenta. Zack siempre está en el medio. No sé si ella se lo ha pedido o solo actúa en consecuencia al mal rollo que hay entre nosotros, pero no hay momento en grupo que pueda cruzar miradas con ella. Se va de los ensayos de la película antes de que yo me marche. Tiene que andar a la velocidad del rayo, porque no hay ni un solo día que me asome a la puerta según desaparece de la nave y ya no está.

En los pocos días que llevamos aquí he podido fijarme que repele el contacto físico. Me di cuenta el mismo día que la conocí, cuando los músculos de su cuerpo se tensaron al sentir una mano ajena en el hombro. Su cuerpo no rechaza mi tacto. Durante la media hora que pasamos agarrados de la mano en ese avión no hubo un músculo de su cuerpo en estado de alerta. Permanecía tranquila, como si algo le estuviera diciendo que yo no era ese peligro que ella es capaz de ver más allá de los ojos.

Me gustaría que viniera con nosotros al bar que frecuentamos y que ya hemos hecho nuestro cada noche al salir de trabajar. No sé si los demás la echan tanto de menos como yo, pero no lo demuestran. El único que ha intentado que venga con nosotros es Zack. Están muy unidos. Tienen algo muy bonito. Y me muero de envidia. Porque me encantaría poder estar tan cerca de ella como él lo está, sin necesidad de que salga corriendo.

—¿Café, Brooks? —grita Lily desde la cocina. Hoy nos ha invitado a desayunar en su casa.

—Manchado, por favor —respondo, con la mirada perdida. Ella se da cuenta y cuando enciende la cafetera se acerca hasta mí y me da un pequeño toque en la frente. La observo con precaución. Aron trae las tostadas y las va colocando en la mesa que rodeo, sentado en una de las sillas que hay alrededor.

—No hemos empezado con buen pie, reconozco que me comporté como una verdadera estúpida aquel día y tras conocer a Natalia he tenido que tragarme mis propias palabras. No sabemos qué esconde cada persona, no es justo hablar sin saber.

—Sé honesta, no te acercas a mí por esto. ¿Qué quieres saber? ¿El motivo por el que Natalia lleva una semana sin hablarme? ¿Por qué no dejamos de mirarnos cuando el otro no nos mira? ¿Por qué no se lo preguntas a ella? —suspiro—. Acepto tus disculpas, pero no es conmigo con quién deberías disculparte. Aún así, no pienso bajar la guardia contigo, Lily. Cuando una persona te la juega una vez, detrás vienen muchas más. Y no quiero ser el tonto al que le tomen el pelo.

—Pienso echar veneno en tu café —masculla.

—Contaba con ello.

Zack viene del baño con el pelo mojado. Ha recogido su melena en un moño.

—¿Nunca has pensado en cortarlo? —pregunta Aron.

—A las chicas les encanta el pelo largo.

—Si tú lo dices —ironizo.

Nosotros Nunca [YA EN PREVENTA]Where stories live. Discover now