Capítulo 3. Prometo que estaré a tu lado.

1.2K 149 21
                                    

La cita improvisada dió inicio tan pronto la camarera recibió el permiso de la dueña del bar.

Un hermoso atardecer se presentó.

El sol se ocultaba y el cielo se teñía de un color naranja cálido y hermoso.

Las lámparas de piedra mágica comenzaban a encenderse ante la inminente oscuridad que vendría junto a la noche.

El otoño se acababa y el invierno llegaba. El clima en Orario cambiaba conforme este se presentaba.

Los días eran más cortos y menos calurosos, las noches más frías aunque tolerables.

Las hojas en los árboles dejaron de caer y solamente quedó el tronco y las ramas en estos.

El invierno en la ciudad traía consigo una serie de festividades propias de la temporada, lo que despertaba la ilusión y alegría tanto en los jóvenes como en los adultos.

El festival de la diosa que conmemoraba a las diosas de la fertilidad en forma de agradecimiento por la cosecha tan fructífera en las temporadas anteriores, donde la principal figura era Demeter por el título que ostenta.

También se organizaba otra serie de festejos, como los festivales de invierno, en los cuales la deliciosa comida abundaba, al igual que los puestos de juegos para divertirse.

Era una época de júbilo y felicidad...

Pero... no siempre se puede disfrutar.

En las calles, mientras cientos de negocios a los lados de esta comenzaban a abrir sus puertas, y los puestos ambulantes levantaban sus carpas, el par de jóvenes avanzaban con tranquilidad.

Ambos caminaban uno junto al otro sin mediar palabra y agachando la cabeza, presa de su nerviosismo al igual del temor de tocar alguna fibra sensible que trunque la experiencia, provocando un ambiente incómodo y no deseado.

Syr sostenía el borde de su vestido blanco, el cual se extendía por debajo de sus rodillas, también posaba una de las manos encima del sombrero de paja que reposaba sobre su cabeza, impidiendo así que este se volara por el viento.

Bell en cambio movía de forma irregular el brazo derecho, tratando de acomodarlo de una forma en que no sufriera de incomodidades y/o dolor.

Las secuelas de su combate en el calabozo en contra de la calamidad y los días que vivió en los pisos profundos junto a Ryuu todavía le pasaban factura. De no ser porque Urano se hizo cargo del pago de los gastos en la sede de la familia Dian Cecht y de la herramienta que usa en el brazo, tendría una deuda aún mayor que la de antes por la daga Hestia.

La peligris, notando los gestos del joven y el frunzo en su ceño, rompió la barrera que los separaba.

"Bell ¿Cómo sigue tu brazo?".

Preguntó, preocupada por su estado de salud.

Preguntó, preocupada por su estado de salud

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
El ángel que los unió...Where stories live. Discover now