Capítulo 6. La determinación de un héroe y una reina.

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Una suave brisa surcaba por el cielo. Trayendo frío, moviendo cualquier cosa con la suficiente ligereza para verse empujado por el viento que arrastraba tras de sí.

Era una noche que presagiaba la fría madrugada, tal como han sido todas desde que el otoño había caído en Orario e incluso ahora que el invierno está en su punto cumbre.

Los mechones blancos de cierto joven que vivía su primera temporada invernal en la ciudad se ondeaban cual bandera sobre un asta, despejando su rostro, enseñando su frente.

Él se hallaba de pie, como una estatua inerte de la que no esperarías alguna clase de reacción por su falta de vida, no obstante, se trataba de un hombre de carne y hueso.

Su puño se encontraba a escasos centímetros de la sólida superficie de la madera de la puerta. En su expresión se notaba cierta duda, no obstante, era imposible obviar lo profundo que estaba sumergido en sus pensamientos.

Miles de cosas cruzaban por la cabeza de aquel aventurero que en los últimos días a vivido muchas cosas. Desde que llegó a la ciudad si generalizamos un poco.

Unas muy buenas.

Otras no tanto.

Aunque, en esta ocasión, lo que lo tenía tan inmerso en las profundidades de su mente estaba lejos de relacionarse directamente a él.

(Quisiera poder ayudarte, Lefiya. No conocí a Filvis tanto como tú, creo que ni siquiera tuve la oportunidad de hablar con ella de frente. Pero si era tan importante como para que llores y sufras su muerte de ese modo, sin dudas fue una excelente persona).

Dijo en su subconsciente, recordando cómo fue objeto del dolor de la joven elfo de cabellos naranjas hace tan solo unos cuantos segundos.

Un escalofrío recorrió su espalda al considerar una posibilidad latente que gracias a los dioses no sucedió.

(Si no hubiese recibido apoyo... si no hubiese tenido a alguien que me apoyara cuando lo de Noel sucedió... ¿Habría causado daño a mis seres queridos con mis palabras? ¿A qué nivel perdería el control si otra persona importante para mí muriera?).

Pensó.

El viento helado sopló nuevamente, erizando cada cabello y pelo del conejo. Aquellos ojos escarlata perdieron su brillo momentáneamente.

Presionó los dientes infundiendo tal fuerza que estos rechinaron.

Su respiración se alteró, agitándose.

(No permitiré... que otra vida que me escape de las manos... no descansaré hasta que en ese mundo los niños puedan reír y ser felices sin miedo).

Declaró vehementemente en su mente.

Las imágenes de todas las personas que significan algo para él cruzaron rápidamente.

Su diosa...

Su familia...

Los Xenos...

Toda la gente de Orario que lo ha apoyado y con quienes sostiene una relación amistosa.

Por nombrar a algunos.

Sin embargo, en lo profundo de un bar, una chica brilló con su presencia como si de él mismísimo sol se tratase.

(Cuando ni siquiera yo crea en mí mismo... tú serás quien crea en mi... ¿Verdad, Syr?).

Una ligera sonrisa se dibujó en sus labios, aligerando el ceño y dejando de tensar cada fibra muscular en su cuerpo.

"No soy un dios... por eso no seré capaz de salvar la vida de todos en este mundo...".

Murmuró.

Sus nudillos que hasta hace poco yacían estáticos, se acercaron a la puerta y dieron un golpe sólido, llamando al interior de la enorme mansión a la cual llamaba hogar.

El ángel que los unió...Where stories live. Discover now