05. Nervios

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Jack pasaba sus manos de manera lenta por la espalda baja de María hasta llegar a la parte trasera de sus muslos

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Jack pasaba sus manos de manera lenta por la espalda baja de María hasta llegar a la parte trasera de sus muslos. La subió con agilidad encima suyo y la apretó contra él, haciendo que la mujer soltara un jadeo.

Desabotonó la blusa de la mexicana mientras que ella seguía besándolo, con sus manos en su pecho que viajaban libremente hasta la parte baja de su abdomen.

Llevó sus manos por los hombros de María, quitándole por completo la blusa.

—Mierda... — Él no podía decir otra cosa, estaba sumergido en el deseo de tenerla entre sus brazos. Su respiración era agitada. No podía asimilar por fin tenerla con él.

Estaba a su merced.

Colocó sus manos en sus caderas, dándole un ligero apretón, uniéndola más a él. Quería sentirla cada vez más cerca...

Un sonido molesto lo despertó. Apretó los ojos irritado y se frotó la cara. Había sido un sueño.

Un muy buen sueño.

Conway estaba agitado, sudando y con el corazón a mil. Sentía la boca seca y su piel arder.

María ocupaba la mayoría de sus pensamientos. Lo tenía en sus manos y la mexicana ni siquiera lo sabía.

Después de darse una ducha rápida con agua bien fría y de arreglarse con su pulcro traje, fue directo a comisaría.

Lo primero que vio al llegar fue a María. Tenía un bonito conjunto. Llevaba pantalón negro y una blusa azul marino, con los dos primeros botones desabrochados dejando ver un delgado collar dorado.

Tenía su cabello agarrado en una pinza de manera despreocupada, estaba inclinada hacia adelante por lo que supuso que estaba leyendo algún documento.

María apenas escuchó los característicos pasos del superintendente no pudo evitar levantar la cabeza.
Estando lo suficientemente cerca, le sonrió al percibir su exquisito perfume.

—Buenos días — lo saludó con un ligero rubor en sus mejillas.

Conway solo pudo regresarle el saludo con un asentimiento de cabeza.

—¿Volkov todavía no llega? — preguntó Conway, poniéndose a su lado.

María movió su cabeza de un lado a otro.

—No, pero no ha de tardar.

Jack recordó cuando estuvieron a solas hace una semana. Esta vez decidió tomar la iniciativa y hacerle algún cumplido. Así demostraría que también tiene la valentía de decirle algo sin vergüenza.

—Te ves muy bien con esa camisa — dijo viéndola serio, bajando la voz — te queda de maravilla.

María parpadeó un par de veces incrédula.

Pretty || Jack Conway Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum