Final.

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Volví ajaja

Ya había pasado poco más de medio año y Jack se llegaba a sentir tonto por no aceptar desde hace tiempo sus sentimientos hacia María

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Ya había pasado poco más de medio año y Jack se llegaba a sentir tonto por no aceptar desde hace tiempo sus sentimientos hacia María.

Desde que ella fue trasladada a la comisaría la había encontrado bastante atractiva. De hecho, inconscientemente buscaba la manera para toparse con ella y que María pudiera soltar sus bonitos halagos.

A Conway, al principio, solía incomodarlo esas muestras de afecto descaradas. Después las encontró divertidas y al final...

Bueno. Le encantaron.

María de algún modo sabía que antes, a él le gustaba siempre que ella le hablaba. Ahora eso era bastante notorio. Bastaba con verle los ojos y poner atención a ese lindo brillo que aparecía siempre que María se dirigía a él.

María amaba cuando Jack fingía no darle importancia a sus comentarios. Pero ahora amaba más siempre que le correspondía con otras palabras.

Jack no podía dejar de verla. Y le parecía de cierta manera molesto que la mexicana siempre cautivara su atención, pero era inevitable. Sobre todo con esas caderas que se mecían con cada paso que daba.

El superintendente quería absolutamente todo con ella.

María no se quedaba atrás. Aunque bueno, ella quería eso desde que lo conoció.

Ambos estaban en el departamento, María caminó hasta su lado, sentándose en el sillón y dejando una botella de vino y dos copas al lado de los papeles que tenía que revisar.

—Que jefe tan malo que me deja trabajo para el fin — dijo María fingiendo un tono de tristeza mientras acomodaba los papeles.

—Tal vez sí tu jefe y la comisaria no se la pasarán encerrados en su despacho hubieran tenido tiempo para terminar los reportes — le susurró en su cuello y María se estremeció.

Soltó una risilla y se apartó un poco para no sentir su respiración en el cuello.

—El jefe parece que lo disfrutó.

—Joder, y así fue.

La mexicana soltó una carcajada y se dedicó a seguir firmando papeles.

Sentía la mirada de Jack en su perfil. María se sentía como una adolescente. Con un simple gesto la pobre ya sentía su corazón latir como loco y su respiración agitada.

Se sentía vulnerable a su lado. Jack podría tenerla a su antojo y él ni siquiera estaba enterado de eso.

—¿Te estoy poniendo nerviosa, María?

La nombrada negó evitando el contacto visual.

—Para nada.

—Me encanta ponerte nerviosa ¿lo sabías?

María rodeó los ojos divertida y sintió la mano de Jack rodearla hasta llegar a su cadera.

—Nos faltan documentos — dijo ella mirándolo y rodeando sus manos sobre su cuello, sintiendo el peso de Jack caer cada vez más sobre ella hasta recostarla sobre el sofá.

—A la mierda el trabajo.

La besó con lentitud tomándose el tiempo en probar y mordisquear suavemente sus labios.

Ambos se sentían el cielo. El tenerse solo a ellos era suficiente.

Estaban cegados el uno por el otro.

Recorrían sus cuerpos sin pena alguna. Todas las curvas las conocían de memoria.

Jack bajó su mano hasta las piernas de María y la sintió suspirar en su boca.

—Quiero todo contigo, María — le dijo en su boca y la volvió a besar, separándose de nuevo con un chasquido — todo ¿me escuchaste?

Ella asintió aturdida por la gran muestra de cariño que estaba recibiendo.

—Quiero tenerte siempre — le siguió hablando mientras desprendía toda su ropa, una por una — ¿tú también lo quieres?

Volvió a asentir junto a un sonido de afirmación.

—Te necesito, Jack — le respondió ella en un susurro dulce — siempre.

Y atacó sus labios de nuevo. Quitó su blusa dejándola solo en sostén. Él ya no tenía camisa y María podía mover sus manos libremente por toda su espalda y pecho.

En la cabeza de Conway rondaba una pregunta. Había pasado más de seis meses. Era demasiado pronto ¿cierto?

—Joder... — dijo él en su oído mientras sentía los labios de la mexicana mordisquear su cuello.

A la mierda. No le importaba. Iba a pedírselo.

—Cásate conmigo.

El movimiento en su cuello se había detenido, pero la respiración de ambos estaba agitada.

María subió su cabeza hasta dejarla descansar en la almohada a del sillón, con Jack todavía encima suyo.

—¿Qué?

Conway tragó saliva, nervioso.

—Hay que casarnos — se alejó de ella y la subió encima suyo en un movimiento, como si fuera una muñeca — no quiero esperar un puto año.

—Jack... — una sonrisa se coló por los labios de María — a la chingada, hay que casarnos.

Y lo tomó del cuello, dándole un beso húmedo y largo.

—Será mejor que esto lo terminemos en la cama — le habló entre besos parándose ambos y yendo al cuarto, sin despegarse.

Era una bonita y húmeda noche ¿Qué más podían pedir?





Era una bonita y húmeda noche ¿Qué más podían pedir?

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Pretty || Jack Conway Donde viven las historias. Descúbrelo ahora