A la chica de las oraciones en la madrugada

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Cuando comencé la secundaria todos los profesores me decían Anaís. 

Todos esperaban de mi la excelencia y un poco más, 

porque ese era el legado que tu habías dejado.

Cuando eras más pequeña querías viajar a la luna, 

todos en casa estábamos dispuestos a impulsarte 

y yo nunca dudé de que si hubieses querido 

seguir por ese camino ahora estarías en la Nasa. 

Porque así eres tú, la determinación hecha persona.

Recuerdo despertarme en las madrugadas a mis diez años 

y verte a ti orando mientras todos dormíamos, 

en la sala intercediendo por nuestra familia, 

arrodillada en silencio simplemente escuchando que te quería decir el Señor.

Una niña de 15 años creyendo entre lágrimas 

que hechos 16:31 también podía ser verdad para nosotros.

Con firmeza, nunca dispuesta a vender tus convicciones; 

te recuerdo poniéndome una corona de papel en la cabeza 

para que no olvidara que era hija de Dios, 

sosteniendome los brazos mientras oraba 

para que recordara que mi descanso estaba en Cristo. 

Tú me enseñaste que todo lo que es del padre permanece.

Muchas veces tuviste que ser fuerte 

y crecer rápido para que yo pudiera disfrutar de ser niña. 

Te recuerdo aquella noche hace más de doce años 

cantandome para que me calmara aunque también habían lágrimas en tus ojos.

Buscando ser como tú use por vez primera 

el programa que ahora es la base de mi profesión. 

Mirándote a ti leí muchos libros, escuche canciones y aprendí a orar.

Aún en los días más difíciles me expusiste tus heridas 

y entonces aprendí lo fuerte que eras, 

y que de la mano de Dios es la única forma de salir adelante.

Me dejaste abrazarte aunque tuvieras calor, 

me tuviste paciencia cuando te falte el respeto, 

me enseñaste que podía contar contigo 

y que no tenia nada porqué temer.

Perseveraste y ahora estas a la puerta de la meta, 

pero desde que comenzaste eres una ganadora.

Anaís Diosvely, llena de gracia; los ojos de Dios están sobre ti.

Su amor te envuelve, eres muy amada.

Feliz eternidad, seguiré celebrando tu vida 

hasta que estemos cara a cara con Cristo 

y juntas lo adoremos.

Crónicas de una chica rizada.Where stories live. Discover now