Llegamos a la habitación.
Observé detenidamente como Leo cerraba la puerta detrás de nosotros, mi piel se ruborizó al instante mientras el silencio volvía a reinar.
—Mañana es el gran día. —Dije descalzándome, viendo como él hacía lo mismo.
—Mañana... —Exhaló. —Quiero que me obedezcas solo a mí. —Aquello me pilló por sorpresa, giré la cabeza para mirarle, buscando una explicación. —Esas personas te matarán sin pensárselo dos veces, por eso quiero que me obedezcas. —Aclaró sin titubear.
—¿Pero y qué pasa con las órdenes de Juan? —Pregunté al no saber muy bien cómo reaccionar ante aquello.
—Esas órdenes van dirigidas solamente a nosotros, eres la Novata, no puedes hacer mucho, solo observar y matar, no tienes más órdenes. —Me quedé atónita.
—¿Ma...matar?
—Si te quedas detrás de mí... no tendrás que hacerlo. —Sus ojos me analizaron, actuaba como si fuese un favor que me debía.
—¿Por qué lo haces? ¿Por qué me intentas proteger? —Él se limitó a agachar la cabeza un momento, seguramente pensando la razón.
—Sé lo que se siente, la presión sobre tus hombros sobre que pasará mañana, no tener a nadie en un momento en el que depende tu posición en la base, sin saber si regresarás solo o acompañado y peor aún, la adrenalina que recorre tu cuerpo la noche anterior al no saber si mañana estarás vivo o muerto. —Me quedé en silencio.
Estuve sumergida desde que habíamos llegado a Santo Domingo por su hermosa ciudad y su gente, olvidándome realmente a lo que había venido, de lo que me esperaría mañana. Mi corazón se empezó a alterar, la presión en el pecho se hizo cada vez más grande y las heridas que tenia en mi cuerpo las empecé a notar progresivamente, como si la anestesia de esta ciudad desapareciese despertándome a la cruda realidad.
—No estoy preparada. —Me sinceré en bajito observando la habitación, volviendo a sentir la angustia que sentía cada día en la base, la ansia de huir y no poder.
—Eh. Elisabeth. —La mano de Leo se posó en mi hombro, atrayéndome a su realidad. —No estarás sola, nos tienes a nosotros. —La calidez de sus palabras y de su caricia me reconfortaron en aquella penumbra que poco a poco me iba sumergiendo. —Me tienes a mí. —No pude evitarlo, observarlo a los ojos mientras escuchaba cómo intentaba reconfortarme hizo que quisiese lanzarme a él buscando un lugar más cálido.
—¿Tú... me protegerás? —Sus ojos llenos de brillo gritaban la sinceridad de sus respuestas.
—No dejaré que te pase nada Elisabeth. Si quieren llegar a ti deberán pasar por mi primero. —Ahí estaba, la sinceridad de sus palabras calaron cada temor que recorría mi cuerpo.
—Por favor no dejes que lleguen a mí. —Un nudo se formó en mi garganta.
—Jamás lo permitiría.
—Se que está misión es importante para vosotros, Juan parece bastante afectado desde que... perdimos a Jack. —Comenté.
—Esta misión significa algo más que eso, si no somos capaces de cumplirla nuestro destino depende de un hilo muy fino en la base, fuimos una vez los reyes pero ahora no significamos nada para ellos.
—¿Qué es lo que ocurrió aquel día? Recuerdo... el revuelo, la gente empujándose y vuestros cuerpos... ensangrentados. —Vi como Leo se levantaba de la cama, quitándose la camiseta mientras evitaba mirarme.
—Una traición. —Dijo tirando su camiseta al suelo dejando su abdomen definido al descubierto. —Ryan pertenecía a nuestro grupo, era muy ambicioso y bastante listo, su destreza en las misiones y su habilidad para conseguir cualquier tipo de información confidencial hizo que se ganara la confianza de los peces gordos rápidamente. Le ascendieron, le proporcionaron misiones e información a los que nadie más tenia acceso. Era bastante respetado, tenia un lugar muy importante en nuestro grupo. —Vi como cogía una camiseta negra para usarla como pijama mientras volvía a quedarse en silencio, pensativo. —Ryan se las había ingeniado lo suficiente como para planear cada mínimo detalle, incluso para usarnos como cebo. Por supuesto la base se había enterado y para probar nuestra lealtad sólo teníamos que hacer una cosa. —Contuvo el aire.— Trasladarle a una de las bases más confidenciales que tenían en Malí, allí se encargarían de sacarle todo tipo de información sobre la base enemiga con la que se había unido para poder escapar.
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JUEGO DE TRAIDORES
Teen FictionUna traición puede cambiarlo todo. En el mundo, se esconde una cruda verdad, cientos de crímenes se llevan a cabo cada día con la misión de cumplir las órdenes de los peces gordos. Existen los jefes, los superiores, los corruptos y por último los c...