—¿No me has oído?
Dijo pasando su mano lentamente por mi brazo poniendo mi vello de punta.
—Quítate la ropa. —Susurró.
Mi corazón se encogió al instante de escuchar esas sórdidas palabras salir de la boca del superior Eric y aunque deseaba huir de allí, el plan debía continuar.
Mis manos comenzaron a temblar en cuanto tocó el borde de mi camiseta para subirla lentamente.
—Tienes un cuerpo hermoso Elisabeth. —Le escuché decir mientras me quitaba la camiseta, quedándome en sujetador en frente de él, que como un depredador hambriento me observaba. —A pesar de tus cicatrices...sigues siendo perfecta.—Sus dedos fríos tocaron mi abdomen que seguía teniendo un par de cicatrices después del combate con Claudia. Cerré mis ojos con repugnancia, mientras sus manos me seguían acariciando. —Y a la perfección... hay que tratarla con delicadeza. —Sus labios babosos se acercaron a mi oreja, lamiéndomela, sintiendo su lengua hacer círculos dando pequeños mordiscos mientras sus manos iban directas a mis pechos, agarrándomelas con fuerza.
—Superior Eric... —Me aclaré la garganta incómoda, intentando de alguna manera apartar a ese cabrón de mí.
Puse espacio entre él y yo, viendo en su expresión molestia.
—Creo... que esto no es lo correcto. —Lo dije tan bajito que apenas sentí que había escuchado lo que había dicho.
Pero entonces noté una expresión sombría detrás de una sonrisa fingida.
—¿A qué estás jugando Elisabeth? ¿me estás haciendo perder el tiempo? —Tragué saliva y entonces supe que hice enfadar al oso y que esta vez, el oso dejaría de ser de peluche para convertirse en uno despiadado.
—Lo siento superior Eric... no volverá a pasar. —Tartamudeé al no saber cómo podría reaccionar a mi repentina huída.
—He tenido suficiente paciencia contigo... —Dijo para sí mismo estirando su cuello lentamente de un lado hacia otro, teniendo lo ojos clavados en mí.
—Creo que debería irme. —Sentí el pánico recorrer cada extremidad de mi cuerpo, el pulso me iba a mil y supe que no saldría de allí en cuanto los ojos amenazantes del superior se posaron en mí.
Noté una mano agarrarme con fuerza del rostro atrayéndome hacia él con brusquedad.
—¿A dónde crees que vas Gacelita? —Mis ojos se cristalizaron en cuanto le miré.
—Por favor... —Susurré.
—Déjame enseñarte... lo especial que eres.
Y en ese instante, supe que las cosas no acabarían bien. Al menos para mí.
Grité al sentir mi cuerpo caer en la cama viendo como el superior se desabrochaba el cinturón, encogí mis piernas mientras intentaba incorporarme con mis codos.
Sus manos me volvieron a agarrar de los pies tumbándome en la cama, atrayéndome hacia él sintiendo el descontrol de mi cuerpo, el pánico inundando cada parte de mí, el miedo de no saber lo que iba a pasar conmigo, cómo iba a acabar aquello. Entonces sus manos agarraron mi pantalón rompiendo la cremallera del vaquero, bajándolos con brusquedad encontrándome completamente en ropa interior para él. Notaba el deleite de aquel momento, incluso embelesado al saber que sin duda ahora estaría tocando lo prohibido sin mi permiso, sin nadie que me pudiese salvar, me había metido en la boca del lobo, volviendo el juego más excitante.
Levantó el dedo índice haciendo el gesto de que vaya hacia él, una lágrima cayó de mi rostro mientras una sonrisa depravada se colocaba en el suyo. Me incorporé lentamente y cuando me tuvo en frente me dio la vuelta agarrando mis manos hacia atrás, teniéndome completamente inmóvil y entonces sentí sus dientes hincarse en mi hombro mientras una de sus manos comenzaban a tocarme de arriba a bajo.
ESTÁS LEYENDO
JUEGO DE TRAIDORES
Teen FictionUna traición puede cambiarlo todo. En el mundo, se esconde una cruda verdad, cientos de crímenes se llevan a cabo cada día con la misión de cumplir las órdenes de los peces gordos. Existen los jefes, los superiores, los corruptos y por último los c...